2 de diciembre de 2021. Jueves.
SIN ODIO, EN PAZ
SIN ODIO, EN PAZ
-Llovizna, que es como si la lluvia pisara levemente la tierra sedienta
y la enterneciera, la llenara de deseos de florecer. He visto al rosal abrir
rosas en noviembre, tan lucientes como en primavera, tan plenas. Me emociona. Es
la lluvia que cae sin odio, en paz, y que alimenta al rosal y al olivo, y al
gorrión que bebe en los charcos que van dejando sus gotas. El odio y la
creación se dan la espalda; el odio destruye, la paz, compone, edifica, alumbra.
Vemos, sin embargo, que el odio, desecho del espíritu, se está instalando en nuestras
vidas, como con dientes de felino. En la vida pública y en la privada. Mirad el
Congreso; mirad la calle. Todo son escupitajos y pedradas a la paz y a la
concordia. Siempre hay alguien que promueve el odio, y lo aliña, y lo arroja al
rostro del contario. El odio muerde e insiste, sin soltar la presa. La paz
regala vida, pone en orden las cosas, va construyendo armonía, es celebración.
Odiar es un mal negocio. «¡Oh, rencor! Demasiada vejez –dice William
Shakespeare– para tan tierna juventud». La persona que odia, Diario, es vejez;
la vejez que ama, es juventud. Las paz –bello axioma– es el regalo más valioso de la Navidad: «Paz a las gentes de buena voluntad»: himno que aún siguen
cantando los ángeles. «¡Paz!» (12:09:24)
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