21 de marzo de 2022. Lunes.
¡QUE LLUEVA, QUE LLUEVA!
¡QUE LLUEVA, QUE LLUEVA!
-La canción infantil «¡Que llueva, que llueva!» se
ha hecho, por fin, realidad en Murcia, tierra de sequías y carencias, de paisaje agrietado.
Todas las cosas echaban de menos la lluvia, desde el pájaro a la raíz, desde el
lago al manantial, desde la ciudad al bosque. Al cielo de recién estrenada primavera
le va más el gris del Guernica de Picasso que la bella chafarrinada de colores
de los infinitos Girasoles que pintó el postimpresionista van Gogh. Van Gogh
era genial, pero demasiado obsesionado por esta planta progenitora de las
pipas, tan usadas en cines de doble sesión, entonces. En mi niñez, en el Teatro
Vicente, en Molina, el ruido de abrir las pipas (y la alegría de vivir) se
confundía con los tiros de John Wayne en las películas del oeste. Aunque en
aquellos años 50 había hambre y franquismo, y cartillas de racionamiento, y ropa
remendada, y tren de Caravaca con asientos de listones en tercera, y paz
(relativa), y estraperlo, también había pipas y cine, y fe; pero sobre todo
había unas ganas enormes de vivir, y solidaridad. Entonces vivíamos más cerca
los unos de los otros. Tanto que, con la sal o la ramita de perejil, y con el
“buen día” de cada mañana, también había trasiego de trozos de pan para quien
los necesitara, y gozo de darlos. Al menos, en la calle Bailén donde pasé mi
niñez, ocurría esto. Unos a otros se asistían en lo que alcanzaban. Se vivía la
hermandad auténtica, una relación
casi de parentesco, evangélica. Con la primavera, han llegado las lluvias –“¡Bienvenidas
sean!”–, y el frío, no tan bienvenido. ¿Ucrania, Diario? Sigue incendiada y
maltratada por el sátrapa Putin, con la muerte como tarjeta de visita. Un
presagio: Ucrania se reconstruirá y seguirá viva y libre, y Putin –juzgado– se
recordará a lo Hitler: como causa y motor de un holocausto, o de una inmolación
injusta y sacrílega, inhumana, en Ucrania (10:52:00)