jueves, 10 de marzo de 2022

10 de marzo de 2022. Jueves.
ANNE FRANK, MÁRTIR DE LOS NAZIS

Diario de Ana Frank, portada. Biblioteca. 

-En casa, pasaba sin apenas verlo, hasta que hoy me ha chistado desde la estantería donde dormitan los libros, y, casi en un susurro, me ha dicho: «Aunque ya me has leído, todavía tengo algo que decirte». E, invitándome a abrir sus páginas, he vuelto a leer: «No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda». Es Anna Frank en su Diario. Nacida en Fráncfort en 1939, de ascendencia judía, fue llevada a los campos de concentración de Auschwitz, para pasar posteriormente al de Bergen-Belsen, donde murió de tifus, en marzo de 1945, unos meses antes de la liberación del campo. El firmamento de la libertad perdió la estrella, bellísima, de su sonrisa; estrella que ahora brilla en su libro, un Diario de pocas páginas, pero entrañable. El libro deletrea gracia e indulgencia. Parece que al que padece, el sufrimiento lo suele conducir a la misericordia. En el libro de Ana Frank la piedad sonríe, la virtud ama. Es un pequeño evangelio de páginas inolvidables; con un Cristo amable, Ana, y una Cruz, Auschwitz y Bergen-Belsen: los lugares de su inmolación, de su holocausto. «No veo la miseria que hay a mi alrededor», dice, y lo hace con las gotas de tinta de sus lágrimas con las que escribe; lo que hay a su alrededor es odio, muerte, indigencia, frustración, y ella, sin embargo, ve la belleza de las cosas del universo que le rodean: la luz, el vuelo de la aves, la vida que nace, el poder escribir «amor», o «quiero a los que viven a mi lado»: la ternura de un corazón lleno de Dios. Ana Franck veía las cosas, Diario, con la belleza que fluía de su interior; no veía el mal, sólo el bien, y lo decía en las palabras silenciosas de su Diario, donde desahogaba su ternura y su fe, y en el que fluía el anhelo de su esperanza (13:05:11).

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