4 de marzo de 2022. Viernes.
COSAS ATROCES
COSAS ATROCES
-Y llegó la lluvia, no irrumpiendo, sino posándose. Llegó el invierno y
se hizo paloma de paz en la tierra sedienta, sin estridencias. El invierno se convirtió
en cielo y agua, y bajó y regó el paisaje conmovido. Mojó lo necesitado de un
lavado y alegró al que vive de la tierra, a los habitantes de lo incierto, al
campesino. Entretanto, la guerra sigue en Ucrania, como un avispero
enloquecido, y con un sátrapa, Putin, al frente del embrollo, azuzando a las
avispas. Muerte, hambre, destrucción, huidas. Los niños no entienden y las
madres lloran, mientras los obuses y las bombas se multiplican. Sin escuelas y
sin juegos, los niños se sienten perdidos en el puzle de cosas atroces a las
que juegan los mayores. Y, ante tal situación, se me ha escapado un ¡«ostras»!,
que ha sonado a taco o a veleidad lingüística, jocosa. Estos tacos los suelto a
la circunstancia, al momento, si son desagradables o sencillamente trágicos. No
tienen maldad; los digo y me libero, salgo de la angustia de tener que convivir
con la injusticia. Los rusos, hoy, han atacado la mayor central nuclear de
Europa. En las guerras se suceden los actos vandálicos, la ferocidad se hace
inhumana, irracional. Todo es pillaje, se esfuma la conciencia. Esto se debe a
que, como dijera Cicerón: «En medio de las guerras, las leyes enmudecen». Y Solón,
uno de los siete sabios de Grecia, s. VI a. C: «Las Leyes –dijo– son semejantes
a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero, y son deshechas por el
fuerte y poderoso». Yo, sin embargo, sigo rezando a Dios para que haga
recapacitar a los dirigentes de este mundo y les invite entrar por el camino
del discernimiento, de la humildad serena, y que puedan ver que es más hermoso
construir en paz, que aniquilar sin ley, con sólo odio. De la soberbia nace el mal,
y de la humildad, Diario, el amor, en el que los niños juegan y ríen los padres,
y el mundo es más habitable, más humano (18:00:03).
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