jueves, 3 de marzo de 2022

3 de marzo de 2022. Jueves.
LO SENCILLO

La belleza en lo humilde, sin estridencias. F: Prensa

-Ha sido un amanecer rosado, con tiras largas de nubes de rosal. Que me ha ayudado en la oración y a escuchar un libro; es decir, a leerlo. Cuando leo, no leo, escucho. Jamás juzgo a un libro, porque no leo para examinarlo, sino que lo escucho para aprender, como alumno que oye a su maestro impartir una lección. Y si me dice algo nuevo, que me asombre, lo escucho hasta el final, como al maestro que recita, paseando, en el don –u ofrenda– de una clase. Leer un poema de Wislawa Szymborska es ponerse a la altura de la más bella sencillez. O más abajo de la sencillez, que es donde está la incierta hermosura, la depositaria intelectual de la auténtica belleza. Szymborska no hace metáforas, sólo pone palabras en fila para que digan lo que nunca diría –quizá– una metáfora. Sus versos son un ejercicio de pobreza voluntaria, que, al fin, hallan la excelsitud del lenguaje. La palabra sola, sin aditamentos que la desfiguren; sin el polvo y la paja que la oculten o disimulen. Si dice: «Gracias te doy, corazón mío…», está diciendo eso: y el corazón lo agradece, porque es él el que late, sin necesidad de que la metáfora acentúe sus latidos; él late (el corazón en la palabra), y es la vida. En una tertulia de poetas, en mayo, leeré un poema de la poetisa Wislawa Szymborska, para entrar así, Diario, en la sublimidad de lo pobre, en la irisación o luminotecnia de lo sencillo: en la Cruz, donde Dios habita (17:08:56).

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