11 de marzo de 2022. Viernes.
ARCILLA
ALENTADA
Una florecilla como recuerdo del 11 M, en Madrid. |
-El 11 de marzo, para mí, es día de oración. Siempre.
Hoy, aniversario de aquella tragedia cívica y humana, y aun moral, en la que murieron
192 personas, en Madrid. El recuerdo y la oración son el único lazo de unión
entre lo espiritual que yo soy y lo espiritual que ellos son. Yo siento sus
espíritus en mi espíritu, y en el espíritu de las palabras, que, al decirlas,
los mantienen vivos en el recuerdo y en la vida que no acaba, las dos
dimensiones de todo ser humano. En todo ser humano están el aquí y el más allá; creer en el aquí y
no en el allá es mutilar al ser humano,
esto que es polvo y aliento, o «polvo
enamorado». Es quedarse sólo con la arcilla y evitar el soplo que da dignidad a este ser arcillado, que lo constituye en
pensamiento y en deseo, en pasión y en amor, y en voluntad, o libertad. La
arcilla, el barro, no es nada de esto; pero la arcilla alentada es todo esto, y
muerta la arcilla, queda el aliento, que trasciende. La vida está donde
permanece el Aliento que la inició. La vida, como el amor, tiende a ser una en el Uno que lo es todo; el punto de partida de la perspectiva. Dios es
el Espíritu que da consistencia a todo lo que existe; es, como dice
Aristóteles, el Ser Necesario. Hoy
rezo al Uno en el que descansan todos aquellos que siguen alentando con el
Aliento de Dios. En aquellos trenes acabó la arcilla; pero lo que alentaba esa
arcilla está, sigue ahí, en el Aliento
que daba vida a la arcilla. Hoy rezo
y no odio, porque el que sigue dándome vida con su Aliento, no me permite
malgastar mi vida en el odio, que es un no vivir, un morir continuado. El amor
alienta; el odio desalienta y mata, y yo, Diario, quiero vivir en el más allá de esta vida, en la mística de
la esperanza que deslumbra, y redime (11:39:33).
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