3 de diciembre de 2022. Sábado.
TREINTA Y SEIS ANIVERSARIO
TREINTA Y SEIS ANIVERSARIO
-La fiesta viene de dentro, como el amor. Se enciende una chispa en el
alma y brota en los ojos, en las manos, en el abrazo. Hay fiestas que son solo
estruendo, fanfarria, cohetería vana. La fiesta nunca te puede venir dada,
tienes que crearla tú en tu corazón. Ayer, en la Casa Sacerdotal, hubo fiesta y
reconocimientos. Como alguien dijo: «Yo no voy a la fiesta, yo soy la fiesta».
La fiesta no se hace, la fiesta se lleva y se da. Ayer celebramos el treinta y
seis aniversario de la inauguración de la Casa Sacerdotal: hubo obispo –dos–,
misa y comida de hermandad. A causa de la pandemia, hacía dos años que no
podíamos sacar la fiesta de nuestro corazón a pasear, y teníamos mucha fiesta
guardada en él. Ayer fue especial, con poco aparato exterior –la casa vestida
de estrellas y luces para la Navidad solo–, vivimos una bella y abundante
fiesta, llena de destellos, saludos, abrazos. La juventud se fusionó con la
ancianidad y ambas de la mano repartieron sus risas y recuerdos. En los
recuerdos reíamos lo vivido, para regocijo de la juventud. Al final de la
comida, hubo diplomas para el personal que sirve y nos hace llevadera la vida en la Casa, con notas de alegría y cercanía. El Obispo les entregó un diploma
enmarcado en madera. Yo, agradecido, pensé: «Si el marco fuera de oro no
pagaríamos sus abnegados y, no obstante, alegres y benéficos servicios». Contemplando
a las señoras que nos sirven, Diario, pensé en mi madre, que siempre sirvió,
dentro y fuera de casa, y nunca le oí
una sola queja; como cualquier madre, que lo sea de verdad, supongo. Sólo pido
una cosa: que el año próximo nos volvamos a encontrar en una fiesta parecida, o
similar, amén (11:09:22).