lunes, 21 de noviembre de 2022

21 de noviembre de 2022. Lunes.
RUINAS QUE HABLAN 

Oyendo música en el odeón de Éfeso. Turquía. 

-Mañana esta, en la que el sol juega al escondite: ahora estoy y luego no estoy. Es un modo de decirnos que andamos en otoño, donde el sol se hace de cendal, velo que no tapa, solo esconde. Viendo al sol irse y volver, me he dicho: «Igual que los recuerdos, que van y vienen». Hoy, no sé por qué, me han venido a la memoria el recuerdo de las ruinas de Éfeso, donde san Pablo evangelizó a gentiles. Éfeso es la monumentalidad humillada; o mejor: la humillación enaltecida. Al fin, todo monumento es más sublime en la ruina que en el instante de su funcionalidad. La funcionalidad oscurece el monumento; la ruina, lo ensalza. No es lo mismo decir «aquí hay», que «aquí hubo»; el «aquí hubo» es más ensoñador. Te lleva a ver lo que quizá no existió. O existió de otro modo, más maravilloso, si así se lo imagina uno. La realidad, que es vulgar en sí misma, con el paso del tiempo se hace fantasía en los restos que va dejando. Es imposible un palacio nuevo con fantasmas; los fantasmas nacen de la vejez y telarañas, y de la alucinación que causa una tela de araña con polvo y moscas allí atrapadas, en un pasadizo secreto. Éfeso es un monumento al esplendor de la decadencia. Cuando Androklo, hijo del rey Codros, fundó la ciudad, jamás pensaría que Éfeso sería ruina y ruina eminente, gloriosa ruina, tal vez con más fama ahora que en sus días de pompa y trasiego. La gloria pasa, la ruina queda. En Éfeso, lugar de mercaderes, ahora se vende la ruina. En el inmenso teatro de Éfeso, ahora se representa la desolación. Lo que fue, ya no es; y lo que ahora es, ya no está en los libros; sólo se encuentra en la piedra y en las agencias de viajes. Como el sol de otoño. Sin embargo, el Espíritu de san Pablo aún sigue allí. En el Ágora, donde, durante dos años, se oyó su voz-evangelio: o buena noticia. El Espíritu de Pablo y también el de Juan, con el de la Virgen María Estos lugares, Diario, desde la fe, todavía exhalan su presencia de buen olor, suave y libre: el de la verdad (17:08:39).

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