30 de octubre de
2018. Martes.
EL
FRÍO
Día de nubes, en Murcia. F: FotVi |
-Mientras abro los ojos,
llovizna. Se bautiza la mañana con un poco de poesía. (La poesía siempre viene
en ayuda del necesitado de belleza). Cuando llueve, todo se purifica, hasta el
plumaje de las aves. Aquí llovizna, en otros lugares, nieva; es decir, se sanea
el ambiente. Falta hacía. Además, se ha envalentonado el frío, colándose por
entre las rendijas del tiempo. Un invierno que se adelanta al otoño. Aunque el
ambiente en lo político, económico y social no sea tan otoñal y de acuarela.
Siguen cayendo aviones desde el cielo –en Indonesia–; en Menorca y Venecia,
graves inundaciones, con el barro invadiendo la vida de cada día y de los sueños; unos hablan pestes de Bolsonaro, presidente electo de Brasil, y otros lo
elevan a los altares. Todo es prosaico y desmesurado, y según con el cristal. El
cinismo y la impostura tienen preferencia en este mundo de farsa y de tragedia.
Se cierra alguna herida y se abren otras, sin que haya médicos y sabiduría que
las curen. El sufrimiento se ceba en lo más pobre del mundo. Sigue la marcha de
hondureños hacia los Estados Unidos y de africanos a Europa, y siempre hay una
valla que los frena o una burocracia que los humilla. Solo algún gesto de
caridad los salva. Ha seguido lloviznando durante todo el día, como si
el cielo quisiera escribir unos versos, allí donde el hombre, Diario, coloca alambradas y
prosa perversa de mal samaritano (18:11:30).