11 de noviembre de 2013. Lunes.
ASPAVIENTOS DE
PESTE
Armonía, en Estambul. Turquía. F: FotVi |
-No sé qué duda
le sobrevendría a Kant si alguien (un filósofo de la competencia) afirmara que la
persona, cuanto más persona humana, más
basura es. En el mundo animal irracional todo se recicla de un modo natural; el
mundo salvaje y su belleza, en realidad, no son más que el resultado de un
reciclaje natural, perfecto, pues desde antiguo (ya en el Mioceno las
avispillas de la subfamilia de las «Eucoilinae» ayudaban al reciclado, leo en
ABC) la naturaleza, sabia, lírica ella, reconsideraba sus basuras para
volverlas a usar. Sólo que la naturaleza sólo produce aquella basura que es
capaz de metamorfosear. En el mundo animal racional, sin embargo, no ocurre así:
se acumula tanta basura que es imposible dominarla, amansarla, hasta el extremo
que, de ordinario y al menor descuido, este mundo suele convertirse en
estercolero o albañal, en lugar de excrementos, en espacio inhabitable.
Ejemplo:
Madrid estos días, una semana ya.
Y todo a causa de una huelga. (Qué
casualidad -o acaso- que, hablando de basura, y al ir a escribir huelga y
habiéndome saltado la letra g, me haya
salido huela, así como huele). Madrid
es hedor a causa de una huelga. Dios fue el primero que instituyó la huelga,
pero como descanso, no como reivindicación o protesta. Luego de la gran labor
de la creación, en seis días, cesó Dios el séptimo día de toda labor que hiciera
y descansó, bendiciendo y santificando este día. Apoyo la reivindicación, pero,
si es posible, sin tufos, sin aspavientos de peste.
Y es que creo que el de a pie no
tiene por qué pagar lo que corresponde al que va en calesa. España, que ya es
sucia de por sí, si, además se pone en huelga de limpieza, es para salir corriendo,
y con la nariz tapada. Madrid, lugar de huelgas, pasquines, manifestaciones, y
15 M, es, casi (o lo es del todo), una ciudad sin ley, una Dodge City cualquiera
en la que ni Errol Flynn, con Olivia de Havilland de alcaldesa, sería capaz de
poner orden. Madrid ya no es una ciudad lógica, racional, armónica, por lo que
se ha convertido en una ciudad desagradable, inhóspita, donde, como diría
Ortega, lo vulgar ha creado vulgaridad, y ésta, un mal estilo de convivencia.
En Madrid ya no se convive, en todo caso se
hace política; el viandante que camina por las calles de Madrid no sólo ha de
evitar la farola o al que viene de frente, sino la basura y al piquete de
huelga que vuelca contenedores y enseña los dientes, para que cunda el pánico y
se amedrente la ley. Y una ciudad sin ley (o con una ley amedrentada) es un
Titanic a punto de hundirse. Y Madrid, Diario, lo queramos o no, es el retrato
del Dorian Gray de las Españas, que se deforma, por momentos (20:02:19).
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