jueves, 7 de noviembre de 2013


7 de noviembre de 2013. Jueves.

ROGATIVAS

Lluvia, en el jardín. F: FotVi
-No hay modo de apartarse de este cáliz del verano que aún colea, el calor. El sureste peninsular es así de terco. En toda la península (ibérica) se han calzado las botas de caña alta para poder chapotear y cantar con paraguas bajo la lluvia. Menos en este trozo de sol y secarrales, por donde llega el siroco, tan nocivo, a veces, llamado levante.
Cómo añoro yo a Gene Kelly, Debbie Reynolds y Donald O’Connor en aquella película de amor y lluvia, y celos, hechos unos cristos de agua y cantando como si nada. ¡Cantar bajo la lluvia!
Como digo, aquí no hay modo; hoy, en Murcia, 30º C. Antaño, se echaba mano de las rogativas para forzar a la lluvia a caer, y así provocar la riada. Es decir, tras una sequía, la rogativa, y, a continuación, la riada. Todo era o morirse de sed o ahogarse, sin término medio. Entonces, como se ve, la oración era eficaz; no como ahora, que se reza sin fe o a escondidas, y así no se puede.
Yo, Diario, voy a hacer mi propia rogativa: a ver si llueve: echo de menos el charol de las hojas de los árboles cuando las moja la lluvia, y las risas de las raíces, que, si se presta atención, se escuchan en el silencio; y ¡qué risas! (19:28:14).

No hay comentarios:

Publicar un comentario