6 de noviembre de 2013. Miércoles.
SEÑOR DE LA
GUERRA
Paz, en el jardín. FotVi |
-Patrón es una
palabra que, en sus acepciones más íntimas o etimológicas, en la convulsión de sus
raíces, significa jefatura y dirección, o el que ejerce de maestro. El patrón,
como el maestro, son los que guían, los que señalan caminos. Se hacen caminos al
andar; pero mejor y de modo más seguro si se logran siguiendo a un maestro. El
maestro, o aquél que, donde el discípulo ve sólo horizonte, él ve un más allá.
Patrón y rector; rector, como
patrón, es el que rige y gobierna, ya sea un timón o un centro de ciencia o
espiritualidad. Toda rectoría supone, para lograr una derrota o rumbo seguros,
hacerse cargo de un timón, y manejarlo con pericia y sabiduría. La pericia y la
sabiduría (aunque lleven como el pirata un parche que le niegue la visión de un
ojo) exigen una línea a seguir determinada, desde luego, pero racional y
lógica.
Es decir, un patrón (o rector) no
debe ni puede hacer siempre, por la seguridad de la nave o del grupo que con él
hace senderismo (y más si es intelectual), las mismas maniobras, o a la izquierda
o a la derecha, sin percatarse de que, ante mares bravos o selvas intrincadas,
salvajes, hay que cambiar de rumbo si se quiere salir de peligros y atolladeros.
Esta es ley de todo buen patrón, salvo que, por ser tuerto de un ojo, mire sólo
con el otro, que casi siempre suele ser ojo ideológico, y carente, por tanto,
de objetividad.
El ojo ideológico ve, no lo que debiera,
sino lo que le dicta la ideología; es, pues, un ojo irreal, botarate, litúrgico,
no acorde con la realidad. Es un ojo encorsetado, sin libertad de enfoque, y
propenso al descarrile de su misión, que es ver. El ojo ideológico y el
accidente (intelectual y crítico) van unidos, como la uña a la carne o el bufón
a la poca gracia. El chiste no da la gracia; en todo caso, la gracia hace el
chiste.
¿Y todo esto a cuento (o caricatura)
de qué? De un tal José Carrillo, rector de la Universidad Complutense de
Madrid, que hace de chancero o corre-ve-y-dile de la ideología que profesa y no
de la erudición matemática, en la que se supone experto. La matemática, por ser
precisa, no cuadra con la obsesión ni con la paranoia. Él, de izquierdas, carece
de horizontalidad en su visión, y sólo mira hacia lo zurdo y encabritado; o hacia
lo siniestro, con la acepción (D. R. A.) de «avieso y malintencionado».
Su vocación no es la de abrir
caminos, darle realidad a los horizontes, crear perspectivas, sino «derrotar a
la derecha», que debe ser lo que está al otro lado de la izquierda. (Ortega:
entre las mil maneras de ser imbécil, está la de llamarse de izquierdas o de
derechas: La rebelión de las masas). Claro,
que, una vez derrotada la derecha,
este señor probablemente se quedará sin discurso; es decir: sin ideas y sin
ideales; y sólo será entonces señor de la guerra, con lanza y coraza; y matarife
(metafórico) sin piedad.
Y decirte, Diario, que a mí, de la derecha y la izquierda, sólo me
interesan las personas, y no sus atuendos ni veleidades, y menos si éstos son ideológicos;
o sectarios, que tanto monta (19:03:04).
No hay comentarios:
Publicar un comentario