10 de abril de 2015. Viernes.
CON LÁGRIMAS
Lirio vivo entre sombras, para Lauren Hill. En el jardín. F: FotVi |
-Salgo. La luz ya es luz en las antenas y en los tejados; y en el olivo
y el naranjo, en sus arribas, en las copas que cabecean un poco con un
vientecillo suave, lento, que las mece. Un pájaro persigue a su canto que le
precede; y tan rápido es su vuelo, que se deja atrás, sin embargo, el canto, para
que lo oigamos su pareja yo, y el mundo todo, quizá. Y así mi oído, con el
canto del pájaro, florece. «¡Vivir!», digo. Como un milagro. Vivir el cada
instante. Y en el aleluya o salmodia del día a día. Leo que Lauren Hill, la adolescente
(19 años) cuyo último deseo fue jugar al baloncesto con su equipo de la Universidad
de Mount St. Joseph, fenece. Cáncer terminal. La garganta se me hace un nudo. Entretanto,
Lauren Hill ha viajado con su familia por todo Estados Unidos, viviendo y haciendo
valer lo que supone seguir en la lucha contra el cáncer. Luchar, pero viviendo,
como el insecto o el cedro de mil años. Desarrollar toda la vida en el instante
en que se está; toda la vida, en un instante, y volver a renacer luego de ese instante.
Si hay vida, no hay sepulcro, interior. Al fin, Lauren Hill jugó unos minutos
en su equipo; y: «Ha sido el mejor día de mi vida. Gracias», dijo; con lágrimas.
Y siguió: «No os rindáis, os estaré vigilando. No sintáis lástima por mí». Estas
palabras riman con fe. Contar esto y ver la luz, Diario, remedia un poco observar
tantas cosas feas y tristes, y abominables, que nos aturden, a veces (21:37:42).
No hay comentarios:
Publicar un comentario