11 de abril de 2015. Sábado.
GRITO
Selva de ideas y palabras, en la biblioteca. F: FotVi |
Oigo un grito y me despierto. Despavorido, miro a uno y otro lado. Nada.
Al fin, descubro que el grito es mío: una pavorosa pesadilla: soñaba que me
robaban las ideas y, con las ideas, las palabras; o la capacidad de poder
decirlas. Grité, Diario, como si me arrancaran el corazón; es decir, la vida. ¡Sin
ideas, sin palabras! Entonces mee dije: «así se entra en la muerte», y grité (21:13:13).
Cuando desconectamos de la realidad y nos subyuga Morfeo, somos como caña vapuleada por el viento que, airada, denuncia su queja con sibilantes sonidos. Cesa el céfiro y se yergue aturdida pero animosa para decirle al río que quiere seguir protegiéndolo hasta que un viento más huracanado le sesgue su vitalidad. Ahí le llega la muerte.
ResponderEliminarSolución: dormirnos en los brazos de Dios, más poderoso que el dios del sueño, y disfrutar de un seguro de Vida, aunque hayamos entrado en la boca de la muerte.
José María, admiro tu fe y el modo elegante y sabio de decirla. A veces, Morfeo me aterra, y sus desconsideraciones nocturnas, pero no pierdo la esperanza de que, cuando llegue el momento, los brazos de Dios estén abiertos para recibirme en ellos, y gozar así de ese "seguro de Vida", del que me hablas. Tu fe alienta mi esperanza.
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