11 de agosto de
2018. Sábado.
SENCILLA
ILUMINACIÓN
Resurrección del agua, en Madrid. F: FotVi |
-Salgo
de la noche y me visto del día. Es como una mínima, repetida y hermosa resurrección.
Una sencilla iluminación. Cada mañana resucito de la noche en la que muero un
tiempo, para abrir luego los ojos y ver las cosas que, a su vez, me contemplan
absortas. Ellas me miran y yo las miro, y nos entendemos. Mis libros, mi Virgen
Niña sobre la cabecera de la cama, mis dudas, mis principios o abecedario de mi
vida, mi yo solitario, mi yo universal, fraterno, pero tímido. Mi timidez, lo
más mío y de lo que alardeo. Soy tímido como podía haber sido alto y con
sombrero; y, sin embargo, soy bajito y me molesta llevar sobre la cabeza algo que
la empañe o la esclavice, que la envanezca. La timidez me salva de todos mis desencuentros
y veleidades, de mis más ocultas ínfulas y altiveces. No me creo grande, pero
tampoco pequeño, y así camino, con mi timidez al hombro, que, a veces, pesa. Como
la del poema, o el inquietante silencio que queda tras haberlo leído. El
silencio del poema, Diario, que también es timidez, o recogimiento, o intimidad,
plenitud (18:18:04).
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