25 de agosto de
2018. Sábado.
ORDEN
Y CAOS
Corazón partido, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-De
vuelta a casa, como el pájaro al nido. Volver es empezar. Poco a poco, voy
acomodando el nido a mis nuevas, aunque antiguas, necesidades. Es el: «cada
cosa en su sitio y cada sitio en su cosa», que decía mi padre. Es el orden
dentro de un cierto desorden, o dentro de un modesto y hermoso caos. Se me da
bien el caos, siempre que no sea un caos destructor, dañino, travieso. Primero
pongo en orden mi máquina de poblar folios, el ordenador. Luego los libros que
leo: el Libro de las horas, con el que me relaciono con Dios; el Juan de
Mairena, el apócrifo y sabio manual de aprendizajes de Antonio Machado, que
ahora leo; los versos de Luis Cernuda, el poeta que habitaba el olvido; el
frigo, donde conviven las bebidas frescas y el rumor del olivo en las aceitunas
del aperitivo; el calendario, donde llama el tiempo y avisa del final; y los
dedos y la mente, para escribir. Todo preparado, dispuesto para la batalla y la
paz, y el amor, en el que vivo y respiro. Que así vienen y se van, o se quedan,
los versos. Quedan en el papel y en el alma, donde se releen y viven, y te van
cincelando persona y libertad, y encuentro y hallazgo de todo lo demás. Ordeno
mi habitación, que es un modo de ordenarme a mí mismo, para así, Diario, ir
viviendo e iluminándome, y dejando alguna luz por si alguien la necesita y se
la lleva, sin pedirla, que en esta feria de mi vida, todo es gratis, pues no
hay moneda que pueda pagar nada de lo que doy y recibo, como el que bebe y se
alegra, y comunica la alegría (18:39:03).
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