15 de agosto de
2018. Miércoles.
EL
PAISAJE
El flujo del mar, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Camino
en silencio por un recodo de la playa y me doy con el sol que empieza a ser
pequeña brasa entre las cenizas de la niebla en el horizonte. El silencio, la
brasa de sol y yo amanecemos, y somos parte del paisaje. Ah, y una gaviota, y
ese pequeño cangrejo que mira desde las rocas, y aquel barco de pescadores que
se aleja entre la bruma. Todo es esplendor, paisaje. Falta un poco de luz, pero
la suple el flujo constante del mar. Y la vida sigue. Y la muerte, en todas
partes (Italia, emigrantes en el mar, incendios, desastres), como un aviso del
fin, o del principio. Yo prefiero pensar que es el principio de algo que me
espera detrás de mí, al otro lado de esta vida. Ese otro lado que desconozco,
pero que está ahí, latiéndome, esperando. Yo no temo a la muerte, Diario, sino
a la vida, por si se desvía del camino y me deja tirado en cualquier violencia
o recodo de maldad, sin una oración, sin una palabra que me salve, sin nada en
los labios que me aliente (17:47:42).
Mirar para ver y escuchar para sentir; suplir los inconvenientes. Hay que mirar para ver y usted lo hace como nadie. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Paco, "mirar para ver y escuchar para sentir", un bello pensamiento sabio y verdadero; y eso de que yo lo hago como nadie, intentaré pensármelo para "ver" si es así. Con todo, muchas gracias, y esperando leer tu nueva novela. Un abrazo.
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