1 de agosto de 2018.
Miércoles.
EL
CALENDARIOCalendario, medidor del tiempo, en la Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Ayer fue
treinta y uno de julio y hoy es uno de agosto. ¿Quién lo dice? El calendario. Ese
medidor fraudulento del tiempo, que determina cuándo trabajar y cuándo entrar
en descanso. ¿Descanso? Ayer fue un día de ajetreo y sudor a causa de un timbre,
en su día mal instalado. Ha habido que cavar y cavar, hasta dar con la manguera
que conducía los cables bajo el pavimento del patio hasta el cuadro en el que vigilan
los fusibles. Veía sudar a Julián y, aun si hacer nada, sudaba yo más que él: un
manantial que descendía por el rostro y le desaguaba en la barbilla, y eso a
pesar de estar bajo el olivo. Luego llegó Alfonso y en un momento se solucionó
el problema: oyó dónde percutía el cable introducido en el cuadro, y llegó la
solución, como por encanto. Respiró Julián, respiré yo, respiró Alfonso, y el
cable, por fin, salió triunfante hacia su destino. Fuimos y pulsamos el
timbre y supo a gloria su sonido, como el adagio
del concierto nº 2 de Vivaldi, el Verano.
Y mientras, la huelga de los taxistas, y la llegada a las costas españolas de miles
de inmigrantes, unos recibidos con música y ministros y otros abandonados a su
suerte, y el desánimo, Diario, al advertir que casi nada se arregla, que todo
es desorden, manipulación, intereses espurios, políticos, en definitiva, de
clanes irreconciliables (18:56:05).
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