21 de agosto de
2018. Martes.
AMÉN
Cigarra escribiendo su canto, en Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Yo, a
esta mañana de sol y suavidad, de final casi del verano, le voy a decir, con el
ángel de Rilke, amén; amén por la cigarra que lija el papel del día al escribir
su canto en el árbol; amén por el agua del mar y el verde de las plantas; amén
por el silencio que percibo hablador y confidente; amén por la palabra que me
dispongo a decir, y escribo; amén por los idiomas que no sé, pero que me
inspiran para soñar con mundos nuevos y distintos, con personas diferentes que
se entienden con sus verbos y adjetivos, y sus preposiciones y sustantivos, y
ríen; amén por la gente pacífica que no es tribal, que si lo fuera no sería
merecedora de este amén, por guerrera y absurda, y supremacista; amén por la
sombra que me da el olivo y por sus hojas afiladas, bajo las que me cobijo; amén
por poder leer las bellas cosas escritas por Abel Martín, el autor apócrifo
creado por Antonio Machado, en las que dice: «¡El amor como milagro de
Cristo!», mas yo diría como el gran milagro de Cristo; amén por poder leer de Machado
lo que sigue: «No olvidemos que para Abel Martín fue el Cristo, como salvador,
un ángel díscolo, un menor en rebeldía contra la norma del Padre. De este modo
alcanzaba la tragedia del Gólgota significación y grandeza»; amén por el sufrimiento
(la soledad), y el consuelo que por el contrario trae la amistad; amén por
Candela, con su continuo mirar atónito y fascinado, y su risa, y su llanto, a
veces, y por la familia; amén, Diario, por todo lo que es vida (amor) y por saberme yo «mitad miseria y mitad maravilla» (Antonio Lucas); amén… (18:27:08).
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