martes, 26 de febrero de 2019

26 de febrero de 2019. Martes.
EL BRICOLAJE DEL AMOR

Mirando dónde se halla el respeto, en una fuente. Dubrovnik. Croacia. F: FotVi

-Respetar a los demás, y, ante todo, respetarse uno a sí mismo. He aquí la máxima que puede encauzar una vida rebasada, desbordada de egoísmo o de odio, de irracionalidad. Porque es irracional no respetarse uno a sí mismo, y desear que los demás te respeten. El respeto, que no la genuflexión ni la pleitesía, pero sí la aceptación, se consigue con humildad y dando pasos de tolerancia, y, siempre, con calma y la mano tendida. Tendida hacia el saludo, la ayuda, la ternura, o lo que yo llamo el bricolaje del amor. No es amarse uno así mismo, sino respetarse, que no es mirarse en el espejo y engolarse en su lindura, sino mirarse en la gente, donde se ponen las palabras, las manos, el corazón. Y los pasos, a veces. Que todo esto es respetar a los otros y a uno mismo. Se empieza por uno mismo: en lo que se piensa, lo que se dice, lo que se calla, de qué te ríes, de qué no, qué te sonroja, qué te ata, qué te libera, y esto mismo lo aplicas a la relación con el vecino, con el próximo, con el amigo. Y, si todo cuadra, eres consecuente, con pedir respeto, pues te estás respetando tú. Como una enorme perspectiva, Diario, el respeto se abre en ti y de ti parte buscando en dónde detenerse, y va dejando polvo de estrellas a su paso, como una redención de lo que se ama, como un inmenso hallazgo (18:37:34).

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