11 de agosto de 2019. Domingo.
ALELUYA
Y AMÉN
Sor Matilde, la religiosa que me enseñó las primeras letras. En Molina. |
-Hoy, domingo, rezo y
leo, sin cansancio, con emoción de principiante. Digo aleluya y amén, apertura
y fin de toda oración. Comienzo por el aleluya, que se entona para expresar la
alegría y la alabanza, y concluyo con el amén, que es el himno del acatamiento,
del respeto. Aleluya, pues, por el pájaro, por las gotas de agua que en este
momento caen, por la laboriosidad de la hormiga, por el color y el aroma de la
flor; y el amén, por la fe, que hay veces que entra en noches oscuras, cargada de
silencios, los silencios de Dios, en los que apenas se adivina si es suyo el
clamor callado de esos mismos silencios. Y leo a Azorín, su prosa concisa y
clara, blanca, que habla de su amor a España, un amor sincero, sin espectadores, amor
que nace en el corazón y en el corazón se queda, como la semilla, que, en
tierra, siempre es posible que florezca. Hoy, domingo, pues rezo y leo, Diario, y me
baño, y, gozoso, celebro mi júbilo, es decir, mi avanzada edad. Jubilación (11:03:54).
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