28 de agosto de 2019. Miércoles.
LA
AMAZONÍA
Luciérnagas en la noche. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Y la Amazonía sigue
ardiendo, como una barbacoa en la que, si no toman medidas eficaces, se
inmolará el mundo. Algo parecido a lo que ocurría en los hornos crematorios de
Auschwitz-Birkenau donde se sacrificaba a judíos, gitanos y cristianos. El fuego
dicen que es purificador, pero también destructor. El fuego, según Heráclito de
Éfeso, es «una realidad de carácter poético que explica la vida y la muerte». La
vida porque calienta y la muerte porque, descontrolado, es salvaje y
exterminador. El fuego es alegre cuando nace en la cerilla y perturbador cuando
este pequeño destello o chispazo de la cerilla se aplica al bosque, haciéndose entonces
enormidad, anchura, desproporción. Es la avaricia de las gentes que echan la
cerilla al bosque para utilízalo, y la codicia del bosque en llamas, que nunca
tiene hartura. Es la venganza del bosque contra los que pretenden dominarlo, atarlo
a sus intereses, esclavizarlo sin piedad. 72.000 focos se han contabilizado
desde principios de año en la Amazonía. El fuego toma forma de dragón sin conciencia
y de perversas fauces, que, con sus crueles dentelladas, lo ennegrece todo, Diario, de
ceniza y caos, de penuria y muerte, de nada aterradora (19:01:55).
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