13 de agosto de 2019. Martes.
O
ESTALLA
Mirando la libertad, en la Torre. F: FotVi. |
-Fuerte viento de Levante
y cielos cubiertos. Nos da un respiro el calor, se amansa el termómetro. Se domestica
la fiera. Y llovizna. A las 12:30, llovizna. Como en un bautismo precioso, el
cielo bautiza a la tierra reseca. Luego, un gran chaparrón, y la paz. A media
tarde, se calma el viento y, cabalgando por el espacio, aparece el sol. Vestido de luz, alardea de su poder, y nos empieza a dar su calor, eso, sí, con
precaución. Porque el poder precavido –prudente– es doble poder. El poder
absoluto embrutece y paraliza, el poder prudente alienta y hace personas
libres. Decía Tierno Galván, que «el poder es como un explosivo, o se maneja
con cuidado o estalla». Y el estallido del poder es demoledor, se convierte en
guerra, en un Hitler contra el mundo, en un «yo» contra toda razón. Es mi «yo» al
que convierto en arma arrojadiza, en verborrea incendiaria. Siempre me han
asustado los discursos del poderoso, porque son gritones, como si de su boca
brotara una estampida de perros rabiosos, con mentiras infecciosas y mal
intencionadas. Delirantes. Con las palabras de fuego, tapan las debilidades de
la hoguera. Nadie que ostenta el poder se acuerda de lo dicho por Víctor Hugo: «Todo poder es deber». Así el poder,
Diario, se hace virtud y no delirio, ejercicio para el bien y no para la negra
opresión, lira y no arco para las flechas,
liberación (18:07:20).
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