viernes, 11 de junio de 2021

 11 de junio de 2021. Viernes.
ANNA Y OLIVIA, RECUERDO

Velas encendidas, por Anna y Olivia. Casa Sacerdotal. Murcia. F: FotVi

-No hay palabras que expliquen la sacudida que ayer tarde, a las 8:20, sufrió la conciencia colectiva de la sociedad española. ¿Dolor, terror, consternación, abatimiento, amargura, angustia…? No hay palabras. Solo queda el fluir de un único pensamiento: la sonrisa de las niñas Anna y Olivia, antes de ser sacrificadas, y el sufrimiento de la madre: ese dolor solitario y frío, prolijo, que le ha roto la esperanza. Tendrá que ir recogiendo los trozos y reconstruir su vida, con mucho llanto y bellos recuerdos. Sobre todos, el recuerdo de la sonrisa de sus pequeñas Anna y Olivia –fruto de bocados suaves– le hará sobrevivir a la tragedia. A la madre, la muerte de sus hijas le ha atacado en lo que más duele: la pérdida de lo que más quería. El corazón se ha quedado sin nada –aparente– a lo que asirse, sin nada –aparente– por lo que seguir latiendo. En ellas, en sus hijas, Beatriz amaba la vida y el futuro, y hacía proyectos, y reía y lloraba, y con ellas, se imaginaba una vida feliz y prolongada, donde el amor fuese la razón de su venturosa existencia y la de sus hijas: ahora, jardín florido, en sus recuerdos. Decía François Mauriac, novelista francés, católico, que la muerte no nos roba a nuestros seres queridos; en todo caso, dice: «Nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo». Guardar en el recuerdo, Diario, su vida y no su muerte, como se guarda un verso hermoso o un abrazo de bienvenida, con una oración de fe y amor, de fidelidad, al Dios que es Vida, en la que Anna y Olivia están, viviendo (13:01:03).

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