lunes, 18 de julio de 2022

18 de julio de 2022. Lunes.
DENTRO

Cosas y un gorrión, en el jardín. Torre de la Horadada. 

-Ya no sé qué hacer con Dios: lo veo en casi todo, hasta en el bosón de Higgs. Ver a Dios no es fácil; pero tampoco difícil. Si se ve en el bosón de Higgs, ¿por qué no verlo en el insecto que zumba, y que en la noche interpreta músicas sobre tu cabeza en su violín de una sola cuerda? A veces, incluso veo más a Dios en el no del ateo que en la inercia del creyente. El no del ateo puede ser consecuencia de una inquietud, de un desvelo del espíritu que busca. No así la flojedad o tibieza del que, dejándose llevar, dice creer. Con Giordano Bruno (s. XVI) podría decir que en todo se me aparece Dios. Él afirma en la Cena de las Cenizas (citada por Borges), que el mundo es un efecto infinito de una causa infinita y que la divinidad está cerca. Tanto, asegura, que «está dentro de nosotros más aún de lo que nosotros mismos estamos dentro de nosotros». Dios, como el reino del que habló Cristo, dentro de nosotros. Y si está dentro de uno mismo, no hay más que abrir los ojos y dejar que se manifieste en las cosas. San Francisco pudo ver a Dios en cada cosa (y cantarlas como hermanas), porque vivía de Dios y en Dios, y así, a través de Dios, veía y celebraba las cosas de este mundo. Veía todo con los ojos de una fe profunda y en todo se le aparecía Dios. No que todo fuera Dios, sino que en todo se le aparecía Dios. Y al ver a Dios en todo, pudo cantarlo y hacerlo presencia en su vida, como en un sacramento. Por el sol, por la luna y las estrellas, por el viento y la nube, por el fuego y la madre tierra, decía, loado seas, mi Señor. Por eso, Diario, no me importa ver a Dios en todo, hasta en el bosón de Higgs, y sentirlo…alguna vez (18:07:27).

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