23 de julio de 2022, sábado.
LAS VÍSPERAS
LAS VÍSPERAS
-Me gustan las vísperas del día que muere; sobre todo si son vísperas que
anuncian un mañana con alba y luz. Aunque luego haya mañanas que deprimen y ponen
en entredicho unas vísperas que presagiaban un día brillante. Ido el día de
ayer, todo parecía que el de hoy no podía ser peor que el de ayer. El sol había
soltado su ira de Zeus tronante y una suave brisa aligeraba la tarde de los
afanes estivales. Todo había ido tan mal en el que iba convirtiéndose en día de
ayer, que las vísperas parecían augurar un mañana más normal, más terco en
vestirse de esperanza y de fe. Luz. Pero, no.
Es irónico: el día de hoy ha sido peor que el de ayer. En cuanto a lo social: la
pobreza es más pobreza y la riqueza, para un coto cerrado de unos pocos, más
riqueza. Entre incendios, desmanes, mentiras, jueces sin leyes, mercados y sus
mercaderes, déspotas de la ideología, políticos pusilánimes, líricos
tertulianos de todo jaez, etcétera, el día no ha sido precisamente muy de alba
y luz. Y más calor. En estas vísperas de hoy, sin embargo, me vuelve la
esperanza: creo en la persona humana, en su capacidad de rectificación, en su instinto
de dejar sueltos los sueños y que vuelen más allá del pesimismo; espero que
mañana podamos vivir un día más humano, más justo, más reparador de la
injusticia que el de hoy, y más llevadero en lo meteorológico. Yo, Diario, seguiré rezando, para que mis sueños se
hagan realidad luminosa y no muera en mí la esperanza: o el otro pan –místico– que
alimenta el espíritu y lo fortalece (18:06:27).
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