19 de septiembre de 2016. Lunes.
COMO LA DROGA
Morir en lo blanco, en el jardín. F: FotVi |
-Ha dicho el Papa Francisco: «La corrupción es como la
droga. Algunos piensan que pueden usarla y dejarla, pero produce adicción. Y
genera pobreza, explotación y sufrimiento». La corrupción, o la garra que te
atrapa. Y lo hace por el lugar más indefenso, por el deseo. Deseo ser grande, y
me dispongo a construir una torre de Babel que cree recelos en el cielo. Por
algo Aristóteles consideraba más valiente al que conquista sus deseos que al
que conquista al enemigo. Conquistar los deseos, sería algo así como conquistar
un incendio mientras éste destruye lo que toca. El deseo, encendido, es un
momento de codicia que se desborda, un acto de amor extraviado. Sin percatarnos
de sus consecuencias, con el deseo nos ocurre lo que decía Marcel Proust, que
«nos fuerza a amar aquello que nos hará sufrir». El deseo es como el perfume,
su aroma es efímero, al poco, se desvanece, huye, deserta de ti. Desear la
droga, es desear tu destrucción. Y el Papa Francisco compara la corrupción a la
droga, que apresa y te inmoviliza intelectual y afectivamente. La droga arruina
la voluntad, y, sin voluntad, la corrupción arruina la conciencia moral del
individuo, que ve bien, o no le importa, la explotación y sufrimiento del contrario,
del hermano. El corrupto, que no ve más que los tantos por ciento que él se
lleva, no ve la angustia del que apenas tiene para sobrevivir. El corrupto, Diario,
pasa del dolor ajeno, y sólo se concentra en espesar, en hacer grande, su cuenta
corriente, su cuenta de vileza (18:59:09).