23 de junio de 2015. Martes.
UNA LÁGRIMA EN
EL MAR
Pensando el vuelo, en el Mar Menor. Los Alcázares. F: FotVi |
-Se dijo el sabio: si es difícil hallar una aguja en un pajar, más lo es
encontrar un pajar en una aguja. Y se quedó mirando una nubecilla que cabía en el
cielo, y se maravilló; todo el cielo para la nubecilla, se dijo, como lo es la
nubecilla para una gota de agua. Y concluyó: «Una lágrima en el mar, y no todo
el mar en una lágrima». ¿O sí cabe todo el mar en una lágrima? Especulaciones, volvió
a decirse, y se puso a llorar sobre el mar, y su lágrima fue también el mar enorme;
el mar, o la alucinación inmensa de todas las lágrimas del mundo. Una lágrima
en el extenso y temible y bello mar de la vida, que es tacto y seducción en la
arena de la playa y muerte y fragor en el acantilado. En una lágrima caben el
miedo, la duda (la fe, o ese tantear iluminado), la angustia, la irritación, la
caída, el éxtasis, el pavor, la audacia; y, porque inmola y salva, y ata y hace
sangrar, en una lágrima cabe el amor siempre, y cabe, porque, al fin, cuando el
amor sangra, libera. Quizá, en una lágrima no quepa el mar, pero sí todo su amargor.
La virtud de la lágrima es, que, aun siendo lágrima proveniente de la risa, siempre
sabe a sal; la sal, por la que el mar vive sin morirse; vive ola y abismo,
cielo con cielo que se tocan, infinito. Sin morirse. Y es que en cada lágrima,
cada vez, Diario, vivimos redimiéndonos, indultándonos a nosotros mismos de
nuestros errores (11:53:29).