22 de agosto de 2016. Lunes.
JUEGOS Y GUERRA
Ramito de paz, en el jardín. F: FotVi |
-Me asusta ver a la tribu alterada, gritona,
descompuesta. Aunque haya momentos en que yo mismo me considere tribu. En una
parte del mundo hay guerras, en otra, juegos, y en el centro, miedo. Miedo a
que ocurra algo adverso, hostil, mientras estamos en una fiesta o celebración,
aunque sea deportiva. Estos días ha habido paz, salvo en el mundo árabe y en el
mar, donde no existe la piedad. El resto del mundo ha estado en alerta
permanente, con los soldados guardándonos y guardándose, y con las armas
enfiladas. Los juegos y la guerra. Hay una diferencia entre ambos, en los
juegos hay vencedores y vencidos. En la guerra, sólo vencidos. En la guerra
sólo ganan los que no hacen la guerra y se embolsan el resultado: las muertes, rebozadas
de dólares, de vidas rotas, de palomas caídas. En los juegos se dan medallas, en
las guerras dentelladas; en las guerras se atina al blanco, con bala. Balas que
dan en todas partes, salvo en la conciencia de quien las lanza, o de quien las
financia. Me gustan más los juegos que las guerras, aunque ambos los haga la
tribu. Siempre, en ambos eventos, la tribu grita como posesa, se obstina en el aullido,
y patea. Pero los unos -los juegos- son sólo estruendo, y los otros -la guerra-,
son tanques y aviones, y destrucción, obstinada muerte. Y entre el estruendo de
los juegos y la guerra, Diario, prefiero la soledad, que no hace ruido, y es pacífica
(19:51:42).