11 de mayo de 2017. Jueves.
SUEÑOS
DEL ÁRBOL
Miles, forman alfombra, en Murcia. F: FotVi |
-Día nublado y de mercado,
en Murcia. Los días de mercado me gusta andar cerca del acontecimiento de la
gente, de su expresividad. De sus tira y afloja en los tenderetes, donde se regatea
al lenguaje, donde, por unos céntimos de euro, se expresa una bellísima cantata
de ópera bufa. En la discusión por un céntimo de más o de menos, hasta los céntimos
en cuestión, divertidos, abren la boca absortos. Luego sale la viejita con su
carro, apoyándose en él y empujándolo, como un ejercicio de ayuda mutua, como
si la voluntad de una diera vida al otro, y el otro apuntalara la voluntad de seguir
de la una. O sea: una y otro se manejan y se entienden, aun sin palabras; solo
con un leve empujoncito. Dejo las inmensas casuarinas -también llamado pino de
París- que dan sombra al mercado y me
voy por la orilla del río, donde reinan las jacarandas, que alfombran de color
azul las aceras. Vas paseando y te parece ir pisando sueños del árbol, o
palabras extrañas de un lenguaje que no entiendes, pero que sabes que te habla,
y que te dice: tapizo tu vejez, pasa, me pongo bajo tus pies. Camino por este
empedrado de flores, y en mi deambular mañanero, recuerdo las palabras de Elena
Poniatowska en su discurso de aceptación del Premio Cervantes (año 2014): «Observaba
durante horas a una jacaranda florecida y me hacía notar “cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte tan callando”». Tan callada, Diario, y tan callando, un
adjetivo que califica y un gerundio que indica la indeterminación en el tiempo,
o el no saber, cruel (19:39:43).