23 de febrero de 2020. Domingo.
LUZ Y SOMBRA
A veces, éstos son dignos de paz. Murcia. F: FotVi |
-Ya huelen las acacias a
primavera. Casi al tiempo que los almendros en flor, las acacias anuncian la
primavera al caminante – son profecía – con su olor. Oler a primavera es como
oler a maternidad, a raíz, a tierra removida, pero con lombriz. La lombriz es la
portadora del oxígeno a lo oscuro de la tierra. Desde muy temprano el sol ha
abierto sus hojas de libro y me ha invitado a leer. Leer su libro hermoso y dorado.
Y, en el libro, esto dice el sol: «Soy luz y sombra». A la vez. Donde aparece
la luz, al instante se crea la sombra, como la hija fea de la luz. Con la
sombra se hace presente el lado oscuro
de las cosas, lo mismo que en la vida. Hoy he leído una bella historia de claridad
y sombras, de risa y tragedia. En Siria, donde la guerra y los bombardeos han sido el pan de cada día, un padre hace creer a su hija pequeña, Salwa, de tres
años de edad, que las bombas que caían sobre ellos eran fuegos de artificio. Y el
padre le enseñó a reír, como reían los niños en la fiesta musulmana del
Sacrificio, celebrando los cohetes que subían al cielo y explotaban. «¿Es un
avión o un proyectil de mortero?», le preguntaba el padre cuando oían el ruido
del avión. «Un mortero», contestaba Salwa. «Cuando venga nos reiremos». Y
esperaban a que sonara la explosión de la bomba, para partirse de risa el padre
y la hija. Lo cuenta en un vídeo entrañable, que invita a pensar en lo oscuro y
pavoroso de la guerra, en los torcidos, espurios y deplorables intereses de aquellos
que la hacen, no importándoles nada la muerte, aunque sea, Diario, la muerte inocente
y terrible de los niños, que abren los ojos absortos sin entender, y, a veces, con la inocencia en el semblante, ríen
(12:25:54).