15 de abril de 2020. Miércoles.
LLANTO DE LA
INCERTIDUMBRE
La paloma de la paz, esta mañana, en mi balcón. Murcia. |
-Me despierto con la lluvia rociando la ciudad, como un bautismo beneficioso y limpio. «Que nos lave
la lluvia de tantos errores y miedos», pido. Es hermoso oír caer la lluvia, si
estás bajo techo y tras los cristales. Lo peor es cuando careces de ese techo
y te mojas, sin saber por qué te ha tocado a ti esa otra pandemia de la pobreza.
La pobreza que está ahí, con frío en invierno y escasez siempre, sin que nunca sepas
cómo ni de dónde te vino. Solo que te atrapó a ti, pobre-pobre de siempre, mendigo
que se moja sin remedio. ¡Ah, la lluvia, si con ella todo se lavara! Al final
de la mañana, ha salido el sol, pero con zapatillas de andar por casa. Quiero decir,
débil y enfermizo. Enfermizo como el mundo, como nosotros. Solo las aves y las mariposas,
con las nubes, vuelan. Abren la paz de sus alas sobre nosotros, y nos invitan,
sin dejar la tierra, a volar y tocar el cielo, las suelas de las sandalias de Pedro,
el pescador: el que tanto sabía de las miradas y la misericordia de Dios. Pero el
sol, Diario, se vuelto a esconder; quizá para llorar con la lluvia el llanto de
la incertidumbre, el de nuestra perpleja orfandad (18:26:03)