26 de agosto de 2021. Jueves.
HIPOCRESÍA, ACUARELA
-La hipocresía, o la media virtud que anda entre dos aguas. La
hipocresía es camuflaje, es ir de camaleón por la vida, vistiendo, en cada
ocasión, el traje que más conviene. Es como el actor que cambia de situación,
de personalidad, poniéndose o quitándose la barba. Aquí, señor; allá, bastardo,
y, en el intermedio, pícaro. Vivir siempre en una comedia de enredo puede ser
divertido, pero no ejemplar. Y más en la Iglesia. «No tengamos miedo de decir y
sentir la verdad. Así podremos amar», clama el Papa Francisco. Al destruir la
verdad, la hipocresía mata el evangelio, pues llaga y enferma al amor. Hasta dañarlo,
a veces. Una vida cristiana sin evangelio, sin amor, es como echar de sus
páginas a Jesús, encerrándolo en la máscara –doblez, molicie– en la que se vive.
«Qué hermosa apariencia –dice Shakespeare– tiene la falsedad.» Vivir falseando la
belleza del amor, es ir debilitando la vida en aras de la mentira, que acabará arruinándonos,
apagándonos, hasta la irrelevancia final. El mundo, cada día más seducido
por la apariencia, se va diluyendo, Diario, en la acuarela de la hipocresía
(11:25:14).