19 de
septiembre de 2021. Domingo.
COSAS EXTRAORDINARIAS
COSAS EXTRAORDINARIAS
-Abro los ojos y me lleno de luz, me invade la luz. Cada mañana se
produce el milagro: miro, contemplo, y me percato de que vivo, en la luz. ¡Vivir,
existir, ser! Cosas extraordinarias en nuestras vidas, que, por tratarse de fruta
que se nos da cada día, se hacen rutina, costumbre, olvidando su valor. La vida
y la libertad son las dos columnas –esculpidas, talladas, bellísimas– en las
que se sostiene el edificio de nuestro existir. Sin vida, no hay libertad, y
sin libertad, llora la vida, se estremecen de tristeza los horizontes. Es como
estar en un campo de refugiados rodeado de alambradas, de espinos que rasgan,
de carceleros –perros – que vigilan. Los ojos no pueden ver más allá de sus
sueños, que, aunque cercados de cadenas, presienten un más allá –siempre
lejano, intocable– en el que poner el pie. O el allá, al que no llega la
mirada, pero sí el corazón. El ser libre me hace poder leer determinada prensa
libre, y leo: «Me da miedo que pueda volver a repetirse la guerra civil», dice
Carlos Saura, con la lentitud del anciano –90 años– que piensa y al que no le
importa que oigan sus lamentos. Carlos Saura, el gran cineasta español, que
deslumbró con películas como Cría cuervos,
o Ay, Carmela, se lamenta de la
tensión cainita –enemistad, odio, intolerancia– que hoy late en los políticos y
en la sociedad en la que nos movemos. En su cabeza de versos de celuloide, de
poeta de la luz y las sombras, de artífice de sueños, no cabe tal situación: se
lamenta y nos lo da por escrito, con su letra y rúbrica, en el festival de cine
de San Sebastián, donde ahora nos interpela, Diario, y nos pide que nos
perdonemos, por favor, antes de que surjan más heridas, más odio ensangrentado (18:05:41).