22 de octubre de 2021. Viernes.
DELETREANDO LA BELLEZA
DELETREANDO LA BELLEZA
-Con la mente, estoy forzando a la lluvia para que no se enrede en las
nubes y, libre de trabas, se haga hilos de agua que rieguen y humedezcan los
campos, y la ciudad, y den esperanza a la semilla que, con su ayuda y el tiempo,
será espiga. Y gavilla. Y, en la mesa, pan horneado y troceado para ser
compartido. Eucaristía íntima, familiar. Insisto, pero la lluvia no cae, se
resiste. Entretanto, leo y escribo, y rezo, y pienso. Los cuatro ejercicios o
quehaceres que mi vejez aún me permite poder hacer. Por lo que doy gracias a esta
vejez que vivo con el júbilo del jubilado, y en la que alguna vez vuelvo a ser el
niño que fui, llenándome de pájaros la cabeza. Y vuelo, y salgo de mí. Y me
deleito. ¡Ah! A las 11:23 caen unas gotas; me santiguo con ellas. Igual que
hacía mi madre cuando entraba en la iglesia. Pero, a las 12:50, diluvia, me han
escuchado las nubes y han librado el aguacero, que se recrea dándose. En sus
hojas, las plantas han guardado algunas gotas, que acabarán por caer al suelo o desvanecerse,
pero que, mientras, palpitan, laten, como si fueran diminutas esferas de una galaxia
que alumbrara y diera vida, y en la que se esconde el dedo de la providencia actuando.
«Dios, en las gotas de agua», me digo; gotas que mojan los labios y dan vigor a
la tierra, y, de paso, inventan la belleza, que, agradecido, deletreo en mi corazón (18:00:44).