lunes, 20 de enero de 2014


20 de enero de 2014. Lunes.

JUGANDO A LOS DADOS CON LOS AÑOS
 
Juego de dados, en Google
 
-Ayer, domingo y lluvia; doble felicidad. Porque la lluvia es como una metáfora que define lo que es la fiesta dominical. Para el creyente, el domingo es una fiesta de palabra, de pan, de vino, de fraternidad; y para la tierra, la lluvia es su fiesta de vida y ensoñación, de hojas y frutos, y algún pájaro, que no es hoja, pero que es parte de su mundo y su sinfonía. Feliz el árbol que acoge un nido, oí decir a un roble viejo, sabio él. El domingo y Dios; y la lluvia y la vida, que es otro modo de decir bien de Dios, que hizo el cielo y la tierra, con la lluvia y los océanos.
Sin embargo, la lluvia, a veces, hace que el personal se lo piense dos veces antes de  salir de casa. La lluvia, o el dulzor del hogar caliente, y se lo piensa uno; y casi siempre vence la opción de la comodidad del sofá y un libro en la mano o la otra del sofá y el agujero negro de la tele, que, aunque acierte y se redima alguna vez, tantas cosas, no obstante, se traga, desde lo ético al buen gusto, e incluso la buena marcha afectiva y de comunicación en la familia. Si habla la tele, la familia calla y mueren las palabras que unen, y las miradas que explican lo que quizá no dicen las palabras.
Ayer, yo que salí de casa y me mojé, me temí lo peor en lo referente a la asistencia a misa, en San Blas. Tanto es así, que mi amigo Luis, se quedaba, dijo, para hacer bulto, él que sólo había ido por cuestiones técnicas. Es el caso que llovía bien y con ruido de bendición; un concierto de tamborileo de los dedos del aguacero sobre la carrocería del coche. Bella percusión, que un servidor suele disfrutar. Y, llegado a San Blas, volví a mojarme y toqué a misa; abrí la iglesia y esperé. Y no ocurrió lo que temía: fueron llegando los fieles, primero los más ancianos (Inés, faltó Concha, 95 años), seguidos de los más jóvenes (mis nuevos lectores) y luego el resto: respetable asistencia. En la homilía hablé de la lluvia, que como la palabra de Dios, cae y no se marcha sin dar fruto; y del bautismo de Jesús, también hecho con agua, bautismo de agua se llamó. Y, tras la catequesis a Irene y Saray, el resto del día, en casa, leyendo, escribiendo, jugando a los dados con los años, mis años, y no dejándome llevar por la melancolía, que, en estas circunstancias de lluvia y soledad, se hace más insistente y belicosa, y se pone al oído a incordiarme, pero a la que venzo jugando a los dados con los años, y con Candela que, desde Canarias, me invita a cenar, la cena que (tres añitos) ella misma hace, dice; por supuesto que no pude ir.
Así fue, Diario, mi día de domingo e inclemencia; bello, por estar hecho, como diría Umbral, con palabras de lluvia (18:42:48).

domingo, 19 de enero de 2014


19 de enero de 2014. Domingo.

EL CORDERO
 
Bella sencillez, en el jardín. F: FotVi
 
-Siempre ha sido agradable escuchar o decir la palabra cordero, ese animal suave y frágil, de movimientos casi de niño, que bala gorjeos y celebra con saltos su asombro por la vida. Cordero, referido a Cristo, es calificativo que ya la adelantó la profecía, en Isaías.
Iba ya Asías por el capítulo 53 de su monumental obra, cuando escribió (o dejó en el aire) esta palabra: «Como un cordero al degüello era llevado»; sin abrir la boca. Posteriormente, Jeremías repetiría el concepto: «Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero…» Hasta san Juan el Bautista, que, tras rasgarse los cielos y oír al Padre decir: «Éste es mi hijo, el amado, mi predilecto», señala a Jesús y dice: «Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Jesús, el cordero, o la debilidad graciosa, que va al matadero, a la cruz, sin dar un balido; y que en esa cruz quita, borra, aniquila, los pecados del mundo. Pero no sólo los quita, sino que los asume, carga con ellos. La cruz es el trágico signo del pecado al que Jesús se ata; sólo hay un cirineo que le ayudará a llevar la cruz durante un tiempo, porque, al final, él carga con todo el dolor humillante y trágico del madero y se deja perder en él. Jesús, como siervo, dijo una vez: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad», y cumplió hasta el extremo. El cordero, o la debilidad, Diario, salvando; Dios actúa siempre desde la sobriedad, nunca desde el boato (19:31:37).

viernes, 17 de enero de 2014


17 de enero de 2014. Viernes.

EL BIG BANG DE LA LOCURA
 
No es espejismo, en el Pardo. F: ABC
 
-Abrir los periódicos digitales (o los otros) es entrar en el Big Bang de la locura. Es tal el asombro que produce su lectura, que amenaza con salirse de los ojos; ojos desojados, estallados, por el asombro. El asombro no cabe en los ojos, como un tsunami no cabe en el mar, y los desborda. Leer los periódicos es ponerse a llorar; todos hablan de aquello que les duele a ellos (su ideología, sus intereses, sus manías, su relativo modo de ver las cosas, su estar o no estar en este o aquel bando…), y no de lo que de verdad interesa al personal, huérfano de foros donde poder oírse y ser oído, en libertad.
En general, en ellos no habla la verdad sin adjetivos, sino una verdad sujeta a apegos y querencias, a éticas relativas, a éticas del «según convenga o no», la ética, en todo caso, del buchaca; es decir, del bolsillo. Según sea el tema, lo que aquí es bueno (ABC), allí es malo (El País), y, en el más allá aún (El mundo), pésimo: o a la viceversa; y si de nacionalismos se trata, ahí están otros (La Vanguardia), que por el plato de lentejas, las subvenciones, dejó de ser española para convertirse en sólo «dame pan y dime tonto», o catalanista «con derecho a decidir», o lo que le echen, digo. Ah, aquel españolísimo conde de Godó, deambulando, ahora, por los vericuetos de la cuerda floja (funambulismo) de la secesión, o sedición. El periodismo, que debiera ser aséptico, aunque sin decapitar el sentimiento, nunca, se convierte así en patio de Monipodio, donde cabe todo lo que a él le convenga: brujas, líricos de la mendicidad y el robo, estudiantes de no dar golpe, ciegos de alma y viejos de bayeta y «rosarios de sonoras cuentas en las manos», viejas haldudas de lengua perversa y portes de mole, todo.
De lo anterior, se deduce que en el mundo del periodismo, en general, no hay verdad total, sino puntos de vista, casi siempre interesados, análisis mal intencionados, a veces, y, aun en las gracietas más divertidas, hasta fanatismo. Lo que para determinada prensa es bueno y nítido, para la de enfrente es perverso y oscuro; no hay término medio: el bien, aquí, en este mi coto cerrado de la verdad, y el mal, allí, donde se dan cita todos los infiernos de Dante. Diario, el Big Bang de la locura (20:07:28).

jueves, 16 de enero de 2014


16 de enero de 2014. Jueves.

A 56 AÑOS VISTA
 
San Fulgencio, acuarela y foto de Zacarías Cerezo.
 
-Ya es difícil que de una familia nazca un santo, o un profeta, o alguien extraordinario en el saber o en el obrar, como un Alejandro Magno o un Einstein, o un San Agustín, es un decir; uno, todavía, pero cuatro a la vez, ya es un hermoso y celestial desmadre, un desmoronarse el cielo sobre una familia en aluvión de gracia. Dios, en Cartagena, y en el alfar de su gracia, haciendo santos, uno detrás de otro, como cerezas enlazadas, sin pereza.
             Hoy, tanto la iglesia católica como la ortodoxa, celebran la santidad de Fulgencio, hijo de Severiano y Túrtura, y hermano, a su vez, de Isidoro, Leandro y Florentina, asimismo santos como él; de Teodosia, la quinta hermana, también fue santo su hijo Hermenegildo, y es que Dios, a veces, toma de su santidad y la reparte a manos llenas; y allí donde la lluvia de su gracia es fecunda y crece, se hace la justicia, que es virtud y presencia luminosa de Dios. Pues eso, y no otra cosa, es la santidad: presencia excitante de Dios en la vida del hombre. Yo, a 56 años vista de mi última celebración en el Seminario de la fiesta de San Fulgencio, añoro aquellos días de paz y de fiesta, de juventud audaz e idealista. Enero era un mes especial: llegados de las vacaciones de navidad el día 7, el 13 y el 16 ya eran fiesta: el 13, el santo del rector, Belisario, y el 16, san Fulgencio, patrono de la diócesis y del seminario. Había misa en la Catedral, con Obispo e inciensos, y procesión claustral (interior de la Catedral) con el cofre donde reposan restos del santo, sus reliquias; cantaba la Schola Cantorum y, tras la liturgia eclesial, y en el patio del Palacio Episcopal, la otra liturgia gastronómica del boniato y el sorbito de mistela, que aún sigue. Un sorbito de mistela, sólo, que no había que pasarse. Hoy, Diario, es un día de nostalgias entrañables y de tiempos idos, y añorados, los tiempos del seminario (20:59:02).

miércoles, 15 de enero de 2014


15 de enero de 2014. Miércoles.

EL SOL
 
El Sol, Madrid. F: Google
 
-Entonces, como ahora. Como suele decirse, corría el año 1921, aproximadamente por estas fechas, y un español sabio (rara avis por estos lares) escribía sobre España y lo hacía con respeto y amor, y casi a modo profético. La sabiduría lleva a la profecía, e incluso, a veces, se hace poema, o asombro ritmado.
Este español escribía en un periódico liberal y regeneracionista, El Sol, y decía entonces: «Los pueblos triunfan por sus virtudes y buenas dotes, pero fracasan por no atender en sazón a sus defectos. El coloso de piedra olvida sus pies de barro. España, más que los pies, ha tenido de barro la testa». Para añadir: « ¿Cómo convencer a un pueblo entero de que es poco inteligente y de que no se salvará mientras no se convenza de ello?». Y concluía con estas consideraciones: «Primera. Un pueblo vive de lo mismo que le dio la vida: la aspiración. Para mantenerlo unido es preciso tener siempre ante sus ojos un proyecto de vida en común. Sólo grandes, audaces empresas despiertan los profundos instintos vitales de las grandes masas humanas. Segunda. Esas grandes empresas no pueden hoy, por lo pronto, consistir más que en una gigantesca, dinámica reforma de la vida interior de España… Tercera. Nada de eso se puede iniciar sin convencernos antes de que en España hoy, como siempre, es reducidísimo el número de hombres (y mujeres, diría yo por aquello de lo políticamente correcto) bien dotados… Culto al hombre selecto», concluye.
Y casi nada más que añadir. Decir sólo que quien escribía esto era Ortega y Gasset (no son dos, es uno sólo), haciendo entonces un análisis que aún hoy es válido y aplicable a nuestra política nacional de desvaríos. Era éste el epílogo de la primera parte del libro España invertebrada, invertebrada entonces e invertebrada ahora; es decir, como una ostra, Diario, vaciada, sin gajo y sin la posibilidad de crear perlas, o una obra maestra (20:29:09).

martes, 14 de enero de 2014


14 de enero de 2014. Martes.
COSAS PEQUEÑAS
 
Bosón de Higgs, en el laboratorio. F: CERN
 
-Hay cosas pequeñas y rutinarias que apenas advertimos: un latido; el hecho de poder deletrear o distinguir los colores; el tic tac del reloj que mide y hace que suene el tiempo; el pájaro que salta al percatarse de nuestra presencia y pía; la luz y su oscuridad (lo siguiente de la luz, siempre); el silencio y el ruido, y lo que aquél dice, o los ruidos que hablan cuando el silencio calla; el día y sus cicatrices, con sus venturas y desventuras, o con sus más y sus menos; la nada que hay al otro lado de todo, la nada que nos inquieta porque se parece o a la muerte o a la ausencia de alguien; el paso que damos sin tener conciencia de si podremos dar el siguiente; las rodillas: andar, arrodillarse; los codos, en los que se apoya el estudio; las manos que todo lo saben, lo que es y lo que no, lo que huye o se queda, dónde están y dónde no el frío y el calor, si en otras manos o en la boca, donde las palabras, que dicen y callan, las manos artesanas y lúdicas, y guerreras, a veces, tristemente guerreras; la florecilla que nace sola en cualquier lugar inesperado y es toda ella un jardín, el jardín de la florecilla sola, loa del amarillo casi siempre; el vaso con agua, donde se insinúan el río y el mar, y el rielar de la luna, mar con su cohorte de vida y abismos, y cabrilleos, y odiseas y playas en las que arribar con Penélope hilando, que espera; la gota de rocío, única, e imagen ella sola de todo el cosmos, como una galaxia posada en una hoja del césped, donde luce; la misma hoja de césped que, de no haber estado ahí, no habría podido reinar como luz y esplendor la gota de rocío; la miel del tarro en la que miles de abejas laboraron. Cosas pequeñas, Diario, como tú y como yo, y mi pequeña fe en el Dios grande, que sí que se fija en todo: en lo inabarcable del espacio y en su bosón de Higgs, tan diminutivamente importante; tanto que sin él, dicen, no existiría la materia. Diario, ¡las cosas pequeñas! (19:40:54).
 

domingo, 12 de enero de 2014


12 de enero de 2014. Domingo.

BELÉN MAYOR
 
Bautismo de Jesús. Ares. (Galicia). F: L. García
 
-Con el bautismo de Jesús en el Jordán, se nos acaba el dulce e ingenuo belén de andar por casa, o el otro belén municipal de andar por plaza pública (belenes agnósticos, quizá), o el belén reclamo de andar por grandes almacenes para incitar al consumo, y aderezado todo con villancicos que beben en el río y vuelven a beber, y donde la Virgen lava pañales y los tiende en el romero, mientras cantan los pajarillos por ver a Dios nacer. Ternura, desde luego; pero también melifluidad, o melindre y afectación en estos belenes. Me gusta el belén, pero el que se conforma en el interior de cada cual con actos de justicia y derecho, y amor, que destilen paz. ¿Por qué en el belén de ahora no se expone la matanza de Herodes en el niño al que no se permite nacer (la madre tiene derecho a ser o no ser madre, dicen), o el que muere de hambre en África en plena naturaleza exuberante, con moscas en los ojos, nublados de tristeza? Belenes dulces e ingenuos los nuestros, pero deficitarios del sufrimiento y la injusticia, del mal y los pecados del mundo.
Jesús, en el bautismo del Jordán, se hace belén mayor, y esa es la razón por la que este acontecimiento también es epifanía, manifestación. Al crecer, habla Isaías de sus modales suaves, pero firmes: no quebrará lo frágil, dice, pero él tampoco se romperá en el cumplimiento de su misión. Y a este Jesús que, bajando la cabeza para recibir el agua, se hace humildad, se le pueden aplicar las palabras de la profecía: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero». ¿Y por qué? Porque «sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones». El Jesús que es bautizado en el Jordán es belén mayor, belén en el que el niño ha crecido y se ha hecho siervo, que, movido por el espíritu, implantará el derecho en la tierra. «En aquellos días y en aquella hora –anunciaba el profeta - suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra».
Justicia y derecho es lo que cada Navidad esperamos del niño y de aquellos que besan o dan a besar al niño. Porque el niño viene como siervo; es decir, el que se somete a Dios y actúa según los planes divinos, «lo mismo -dice el teólogo Cabodevilla- cuando es bendición para convertir a los pecadores, que cuando en su nombre se realizan curaciones y otros milagros». Derecho y justicia, Diario, porque esa es la profecía, y, como las estaciones del año (solsticios, equinoccios), las profecías siempre acaban por cumplirse; ésa es, con la del profeta, mi esperanza (18:50:56).

viernes, 10 de enero de 2014


10 de enero de 2014. Viernes.

LA MURALLA DE LAS DUDAS
 
Pesadilla, en el jardín. F: FotVi
 
-Siempre me han dado miedo los que no tienen miedo a nada; son aguerridos, bravos, dados a batallar, curtidos. De buena musculatura, aunque en ocasiones sólo se trate de musculatura intelectual. (A no ser que hablen sólo de boquilla). El miedo siempre es un freno, aunque pueda superarlo la necesidad o la heroicidad. Un héroe es quien ha vencido los miedos, y se apresta a superar la muralla de las dudas. Jesús, el más grande hombre (aunque Dios) de la historia, ante la cruz, tuvo miedo. El cáliz era demasiado amargo para no temerlo: cáliz con muerte y desprestigio, con humillación suprema. ¡Miedo! Todo acto de heroísmo supone una lucha previa entre el miedo y la dignidad, hasta que vence la dignidad; se es digno cuando se hace lo que se debe, aunque se haya de morir por ello. Decía alguien: tengo tantos miedos que por eso rezo, y apenas creía. Ya advertía Alonso de Ercilla que el miedo es una cualidad o rasgo de la prudencia: «El miedo -decía- es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente». Valentía, o someter el miedo.
            Sin embargo, los hay que declaran no tener miedo. No tienen miedo incluso a equivocarse. En  muchos casos son ateos y no obstante tienen una teología de la fe en su ideología, que pasma. Una fe materialista, pero fe, que no nace de la razón sino del sentimiento. El papa Francisco, al parecer nada dogmático, ha dicho: «La ideología marxista es errónea, pero no me ofende que me acusen de ser marxista». Como a Jesús, al que el diablo le parecía ser el maligno, y no le molestaba que dijeran que hacía signos, milagros, en nombre de Belcebú. 
            Esta mañana, un marxista, ha dicho en la radio que él defendía ciertas cosas –el derecho a decidir de cualquier pueblo, como principio; el proceso de paz en el País Vasco, sin tener en cuenta a las víctimas; el derecho de la mujer al aborto, nada ha dicho del derecho a la vida…-, y las defendía, ha asegurado, porque no tenía miedo a la democracia. Y es verdad; tanto es así que cuando a los marxistas les vienen los miedos por la democracia, y pueden, la destruyen. (Cuba, Corea del Norte, China). Éstos, al contario que Vasili Grossman, nunca serán conversos a la libertad, aunque en sus pesadillas nocturnas quizá sientan alguna vez el miedo a equivocarse; miedo, Diario, que sería un hermoso modo (soñar que uno se equivoca) de salir de la estupidez y el particularismo, que diría Ortega, y entrar en razón (19:09:04).

jueves, 9 de enero de 2014


9 de enero de 2014. Jueves.

SOL DE INVIERNO
 
Nevada, en el jardín. F: FotVi
 
 -Me conmueve el sol de invierno, se esfuerza por parecer que es sol, cuando sólo es una hermosa pero modesta luminaria. Desde el azul (su bóveda celeste), ilumina, pero apenas calienta. Es luz, pero apenas hogar. Con este sol, el oso no sale de su madriguera de dormición, así como el lago helado no deja que sus aguas hagan armonía o acorde con el paisaje que lo circunda. Es un sol pobre, menguado en llamas, y sólo parcheado de calor.
            Sin embargo, es éste un sol que aleja nieves y evita que el termómetro baje en las escaleras del frío (como en Nueva York y otras regiones de USA) de los 50 grados bajo cero. O que, en el nacimiento del río Mundo, es un decir, se congelen las cataratas del Niágara, que tienen un parecido, aunque más grandes éstas, algo así (hablando de pájaros) como un gorrión y un dinosaurio (de los enormes: pterosaurio) volador. ¡Qué desastre en USA! Ni el dólar ha podido con el vórtice (torbellino) polar. No siempre el dinero, Diario, lo puede todo; a veces, un rezo puede más (y sin ínfulas devotas) que toda la estrecha, pero banqueada (de Banco y Botín), Wall Street (19:31:55).

miércoles, 8 de enero de 2014


8 de enero de 2014. Miércoles.

LA LEVEDAD DEL PENSAR
 
Levedad, en el parque. F: FotVi
 
-Siempre que tiendo la ropa -hoy lo he hecho-, se me caen al suelo o un pañuelo o un calcetín, o ambos en sucesivo acontecer, uno tras otro, y me pregunto: ¿Por qué? ¿Por qué nunca (o no recuerdo) una camisa o un pantalón? Quizá sea porque el pañuelo y el calcetín son más livianos que la camisa y el pantalón, y la fuerza de la gravedad supere en brío en este caso a la convicción de la mano para salvaguardarlos de la caída. No se sujeta igual un billete de 200 euros que una moneda de 2 céntimos (de euro). O podríamos hablar con Milan Cundera de la insoportable levedad del ser, del ser leve, el que, como el de la pluma, cae sin remedio, si no se le presta ayuda.
            ¡La insoportable levedad del ser! Tanto, que salgo al parque y veo un pájaro en el suelo; derribado, pienso, o a causa de una muerte súbita o quién sabe si debido al hambre invernal. No hay insectos y los dátiles de la palmera ya se han terminado. Un pájaro; es decir, alas y canto, plumas y huesecillos en amasijo negruzco, en el suelo; o la levedad (la vida) y el peso (la muerte). La pesada levedad de la muerte. Al fin, la muerte siempre pesa más que la vida, y su fuerza de gravedad humilla hasta el extremo de abatir la fronda de la vida. En la muerte, todo se hace abundante caída, sin remedio; o abismo que no cesa, un «allá va» sin fin.
            Pero en el parque -es cosa que suele pasarse por alto- se dan cita otras muchas cosas muertas. Como acículas de pino, en desorden, una piña aquí y otra allí, frutos secos de acacia, una concha vacía de caracol, una pluma de paloma (eso sí que es levedad), una frase grosera que alguien ha escrito en un banco solitario, excrementos de perro (o perra) con amo, y hasta un mechero que tal vez alimentara de fuego a un cigarro de fumador adolescente. La vida es así: levedad, o nota musical que en una sinfonía pasa una vez por el arco del violín y no vuelve. 
            Hoy, Diario, tras lavar, tender la ropa, rezar, leer, escribir, pasear por el parque y otras cosas, he hecho una reflexión (la levedad del pensar) sobre cómo todo tiende a caer, a abismarse, cuando muere; la fuerza de la gravedad de la muerte atrae hasta el extremo de derribar todo lo que toca o marca. Salvo la otra levedad del espíritu, me he dicho, que vence a la fuerza de gravedad de lo que fallece y que anima a toda obra humana, impulsándola a que permanezca y se eternice; el espíritu, su levedad, que se sublima en el amor (20:23:43).

martes, 7 de enero de 2014


7 de enero de 2014. Martes.

LA FLORESTA DE LA ILUSIÓN
 
Firma de Sófilos, el alfarero. F: Google
 
-Y llegó el regalo de Reyes: ilusión por seguir ilusionado. Un año más, 2014, seguir ilusionado, es lo que he pedido; nada menos y nada más. Salir del charco de la desgana, y ponerme a caminar por la floresta de la ilusión. Mirar ilusionado; palpar ilusionado; sentir ilusionado; y, para que vuelen y tapen el sol con sus vuelos, y lleven siempre encendidos los arcos del violín de su piar, pájaros ilusionados en el alma; en el alma, de donde parten todas las luces y parpadeos que iluminan de ordinario la mente del ser humano y que luego resultan ser, en muchos casos, sus afanes, sus tareas cotidianas. La luz en la mente se trasforma luego en obra; es decir, en libro, en arquitectura, en beso, en ayuda de lo más frágil, en lágrima…
            Ilusionarse es ponerse las pilas de la luz interior y hacer que esta luz aflore por cualquier resquicio de nuestro ser. Si hay luz interior, habrá claridad en cada cosa que se haga en las afueras de cada uno; si hay luz interior, hasta el artesano modelará la arcilla de su cerámica con luz. No es lo mismo una cerámica apagada, sin gracia, que una cerámica que irradie centelleos, belleza. Los ceramistas griegos (como el famoso Sófilos, que escribió y firmó en uno de sus vasos: «Sófilos me pintó») debían estar transidos de luz interior, pues tanta fue la luz que pusieron en sus manos para hacer tales maravillas con el torno y sus dedos. La cerámica es un prodigio de torno y manos, y de luz interior; como toda obra de arte. 
            Como les podía haber podido pedir salud, o dinero, o amor (esas cosas, tan manoseadas, y sabidas), yo a los Reyes les he pedido ilusión. Estaba en desganas y es mi deseo entrar en el burbujeo de la ilusión. Que un pájaro no cante, bueno; pero, que no vuele, es su tragedia. Y un pájaro sin vuelo, con las alas mudas, lo primero que pediría a los Reyes sería poder volar: su ilusión y su vida, y su definición como pájaro. Sin vuelos, el pájaro podría ser ave (pingüino, por ejemplo), pero no pájaro revoloteador enamorado entre ramas de árboles y hacedor de nidos. Los pingüinos no revolotean, sólo hacen el bobo, vestidos de frac. Lo dicho, Diario, he pedido a los Reyes ilusión por seguir ilusionado, y parece que me lo han concedido; tanto es así que sigo creyendo que todavía no soy mayor y que en 2014 habrá más políticos sabios y honestos que tardos y corruptos. De ilusión también se vive, o sólo de ilusión se vive (18:40:45).

domingo, 5 de enero de 2014


5 de enero de 2014. Domingo.

CHARCO DE DESGANA
 
Tristeza tratando de echar a volar, en el jardín. F: FotVi
 
-Aunque ha amanecido sin sol, el resfriado mejora; el ánimo, sin embargo, está a la altura de las rodillas. y decayendo, todavía no ha llegado a los pies. Aunque es probable que llegue a los pies y al charco de desgana en el que me muevo. Moverse en desgana es como andar con calabazas de Halloween en los pies: no se dan pasos fiables, en todo caso, atolondrados, de dudosa estabilidad. Aunque haya dicho alguien (un tal Clifton Fadiman, chiflado) que aburrirse en el momento adecuado, es signo de inteligencia. Yo, aburrido, no me siento inteligente, sino simplemente aburrido, o turbio en el pensamiento y la voluntad, y con cenizas en el alma, que dificultan el buen funcionamiento del mecanismo de la caja de sorpresas que es cualquier ser activo, y activado.
Hoy, domingo, he celebrado misa en San Blas: es el momento en que me entono, en que me empiezan a saltar aleluyas en los ojos y en la boca, y sobre todo en las manos, que son con las que saludo y bendigo. Aleluyas en las manos, y apretones de manos que echan chispas luego, una vez que las he librado de todo pesimismo y tristeza. 
Y esta noche a esperar a los Reyes, que vienen; seguro que vienen. Mañana te contaré, Diario; seguro que vienen y me traen regalos. ¿Qué regalos? Uno en especial, que mañana te digo (19:27:50).

viernes, 3 de enero de 2014


3 de enero de 2014. Viernes.

BASTÓN INQUISITORIO
 
Estrella de Belén, en el jardín. F: FotVi
 
-Ayer Candela se emocionó porque el rey Gaspar, en Las Palmas, al verla, le dijo: «¡Hola, Candela!, ¿has sido buena?» Ella miró al rey con asombro (¡sabía su nombre!), y, de soslayo, a su madre, y respondió: «Sí». Y, un tanto azorada, se fotografió con él: deducir que los reyes magos existen, no es, pues, ninguna audacia imaginativa infantil, sino la realidad más palpable, y es que, si están, es porque existen. (Razonamiento de Candela, y mío: si están es porque existen). Y si pregunto: ¿A que existen los reyes, Candela? Ella dirá que sí, como, sin dudar, ha dicho que es buena, porque es verdad. Intentar ser como niños. O sea: del hacerse niño (como el pájaro hace su nido, o un charco con luna, la belleza), al hecho de ser niño. Me gusta la Navidad porque de hombres como robles, y libres, suele hacer niños, niños grandes que creen en la verdad, en la sencillez, en utopías, como la paz y la justicia, y, que metidos como las aves migratorias en sueños, tratan de realizarlos, y lo logran volando.
           La Navidad, con el Papa Francisco, nos viene a decir cada año que «no se anuncie el evangelio con bastón inquisitorio», sino «con dulzura, con fraternidad, con amor». O lo que es lo mismo: siempre, Diario, con espíritu navideño, y, si es posible, con el clásico villancico, aunque sea desafinado (19:43:16).

jueves, 2 de enero de 2014


2 de enero de 2014. Jueves.

CON LAS BOTAS PUESTAS
 
Con la vida a cuestas, en Hierápolis. Turquía. F: FotVi
 
-Ayer no pude escribir: los curas también se ponen malos y, aunque los hay, escritores sobre todo, que, aun enfermos y en la cama, escriben, yo todavía no he llegado a ser lo suficientemente famoso y tenido en cuenta para hacer una cosa así. Sólo los famosos y tenidos en cuenta hacen esas cosas: estar enfermo y hacer como que escriben, y todo para que la posteridad (esa cosa tan insegura y voluble) pueda decir: «Murió con las botas puestas». Pero allá ellos; la fama lleva a estos extremos de desmesura y beatería egoístas. A mí, en todo caso, cuando muera, me gustaría hacerlo, no con la pluma en ristre, sino con la sonrisa puesta, para no causar miedo a los que me contemplen en ese comprometido estado de muerto, que tanto desfigura; y es que la muerte a secas, sin sonrisa, además de muy blanca, es muy fea; cuando si se le pone a la muerte una sonrisa, se disimula su mal color y lo deslucido de su aspecto, y da sensación de otra cosa, más llevadera.
Ayer, yo, sin embargo, tuve la necesaria fuerza para celebrarla misa en San Blas. Tenía fiebre y apenas podía hablar por el catarro; mas ahí estaba yo, oficiando la misa, y no con ánimo de pasar a la posteridad como un héroe, sino sencillamente cumpliendo con mi deber, que es la heroicidad pequeña de cada día, la que te lleva a hacer lo que debes, sin necesidad de que te tengan que aplaudir por ello; celebré la misa y di ánimos (dadas las circunstancias: nochevieja, madrugar…) a los pocos feligreses que había: y para haberlo hecho con fiebre y con voz de estar raspando palabras no estuvo mal; menos da una piedra, me dije, salvo las que son cimiento de un templo gótico o sirven para moler la harina que luego será pan, y bocado, tal vez sacro, en la misa.
Ayer no escribí y hoy lo hago con reminiscencias o migajas aún de fiebre y un dolor cantarín de músculos cada vez que voy a toser. La tos es un continuo martilleo que suena como un estallido en la garganta, pero que, antes de esa desagradable descarga, comienza en los músculos, y, salvando los huesos, va dejando, allá por donde pasa, sus secuelas en el cuerpo. Toso y parece abrírseme el tórax y sus entornos, por lo que toso con mimo, como cuidando que la tos no despierte el dolor y se irrite éste y aparezca. Entretanto, Diario, aguardaré a mañana, a ver si esto se arregla; sin olvidar las medicinas, intentaré hacer lo que mejor me va: rezar. ¿No te parece? Luego, Dios dirá (19:55:22).

martes, 31 de diciembre de 2013


31 de diciembre de 2013. Martes.

¡FELIZ 2014!
 
El 4 de 2014, salinas de San Pedro. F: FotVi
  
-Un año más y un año menos; depende de si se entra en la órbita del optimismo o la del pesimismo. O en la otra órbita, que es la misma, del tener o el perder. En la vida se juega con el tiempo y en el tal juego, siempre gana el tiempo y, a no ser que se crea en la trascendencia, siempre pierde la vida. Un año más, desde luego; pero un año menos. El tiempo es dinamismo; la vida, concreción; mientras el tiempo se dilata, la vida se contrae. El tiempo, como en una partida de ajedrez, va acorralando al rey, la vida, hasta darle el jaque irremediable. Celebrar el año que acaba y el año que entra, cuando menos es una fruslería, o minucia, con unas gotas de vanidad. Es como decir: Año, te dejo y me voy con otro; como si el paso del tiempo dependiera de nosotros y no del tiempo mismo, esa cosa sin definición de la que decía san Agustín: «Si nadie me pregunta lo que es el tiempo, lo sé; pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé». El tiempo, esa bendición, regalo, que nos conduce a la eternidad, sin un pasado que recordar y un presente todo actualidad, pero bienaventurada. Quizá digamos al año que llega, feliz año nuevo, porque nos acerca al fin de lo que quedará siendo para siempre principio; fin de algo, la vida, y principio de todo: lo otra existencia imperecedera. La verdad es que con cada año nos vamos yendo un poco; somos hoja caediza, que sin embargo vuelve a ser brote, cancioncilla nueva, en primavera. Y como indican que 2013 ha sido un mal año, mandarle: «¡Ahí, penado, año 2013!», como diría Candela; penado a salir de escena, haciendo mutis por el foro de la historia, de la mala historia. 2013, Diario, ya es historia; y, porque los años no se hacen solos, intentemos que 2014 sea una historia mejor y más bella, porque, al fin, todo (o casi todo) depende de nosotros: o es lo que creo (19:23:58).

sábado, 28 de diciembre de 2013


28 de diciembre de 2013. Sábado.
ENTRE VILLANCICOS
 
Siempre hay una luz, en la noche. F: FotVi
  

-En nuestra cultura, villancico es sinónimo de vida, y de vida divina. Es la afirmación festiva de algo que empieza, de algo trascendente: la arribada de Dios al mundo, por ejemplo. «Y la palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros». Y el villancico lo canta. El villancico, que empezó siendo una letrilla profana, con el tiempo, evolucionó hasta hacerse canción religiosa, copla y música de templo, asociándose al fin de un modo especial y propio con la Navidad. El villancico es una cabriola musical y lírica, festiva, propia del más ejemplar espíritu navideño. Proveniente del alma popular, es baile y es cantar, y celebración de lo sagrado, por lo que, con la zambomba y el almirez, la guitarra y el pandero, y al modo del pastor y el ángel del evangelio, se hace himno de adoración ante el nacimiento del hijo de Dios. Contemplar un belén y paladear de inmediato un villancico en la boca, todo es uno; es como saborear un caramelo, casi celeste. Pero esta vez el villancico ha servido para aligerar y hacer transitable la muerte de una niña de 7 años. Se podría decir que esta niña, Laney Brown, por la vía del villancico ha alcanzado la ciudad de Dios, donde todo es eterno, y, en particular, el amor. En Dios, y guiada por villancicos, ha venido a dar con el gran amor. Como alguien ha dicho, la muerte no es algo que ocurre, es alguien que llega. Ella ha llegado a la estación terminal del amor, definitivo y envolvente, paternal, sin vuelta de hoja, y único. Así como se suele morir en olor de santidad, Laney Brown ha muerto en olor de villancico; o lo que es lo mismo: ha muerto en olor de nacimiento. La muerte es un dormirse del que antes y más felizmente se suele despertar; es un morirse para nacer, de inmediato. Laney Brown, entre villancicos cantados por miles de gargantas al pie de su ventana, murió, naciendo, el 25 de diciembre, día del gran Nacimiento; esta vez la solidaridad se hizo villancico y el villancico, vida en la muerte. Metáfora preciosa esta del morir no muriendo, o del morir sin recorrido irreversible de muerte. Se muere, para morir viviendo; y si es muerte envuelta en villancicos, mejor que mejor, pues la luz y la vida, la otra, se hacen antes, ya que, cuando la dormición (o la muerte) el oído, dicen, es lo último que se pierde. Oír villancicos al pie de la muerte, es oír a Dios que nace, o andar el camino de Dios al revés: Dios, en Navidad, desciende de lo Grande y se hace, entre villancicos, al modo de Laney Brown, humanidad; mientras que Laney Brown, también entre villancicos, se ha hecho cosa divina. Es decir, entre villancicos, un descenso y un ascenso, preciosos. Para que, al final, suceda el encuentro definitivo en el Amor. Y permíteme, Diario, no avergonzarme de la ternura… (11:15:40).

jueves, 26 de diciembre de 2013


26 de diciembre de 2013. Jueves.

GORJEAR EVANGELIO
 
Coral y director, cantando la Navidad, en el jardín. F: FotVi
 
-Suele ocurrir: ida la lluvia, vuelve el sol. Una metáfora de la vida, quizá. Aunque haya vidas que siempre parezcan ser una ciclogénesis explosiva y letal, destructiva, como la que ha cruzado estos días por estas tierras de rey, autonomías, partidos y sindicatos golosos de la pasta (y no de dientes) y la España invertebrada, de Ortega. Pasado el gozo de lo Humilde, de una ternura especial, la Navidad, llegan los días del exabrupto, de la megalomanía de la progresía al considerarse el único evangelio de la modernidad; días de la mediocridad política e institucional que nos aflige, de la pobreza y el desencanto de tanto ilusionado que en poco más de dos años ha empezado a dejar de serlo, me refiero los 11 millones de votos (así es la democracia), que a la hora de la verdad no pueden nada o casi nada.
Sin embargo, me gusta la alegría y no ser paleontólogo de la tristeza; es decir, buscador, en cualquier raíz o resto fósil social, el ADN de todo lo que es aflicción o pena, calvario, sufrimiento. El Señor de los cristianos vivió un calvario y un sepulcro, a los que siguió y seguirá por siempre una poderosa y definitiva resurrección. Estamos en tiempo de resurrección, por eso de año en año vuelve la Navidad y no el solsticio de invierno o un felices fiestas frío, esclerótico, convencional. Yo digo feliz Navidad como el que acaricia el pan antes de comerlo o mira a los ojos a un niño y contempla el otro mundo donde vive, que es asombro, luz, inocencia creadora, paraíso de cuentos ya soñados o por soñar; todo un mundo o mundos nuevos en los que perderse una vez, para poderse encontrar siempre. 
 Navidad, o días de sol, para tantos otros días de lluvia como, debido a agentes extraños, nos toca malvivir a lo largo del año. Mi noche de Navidad fue en familia, y con Candela como gracia de Dios en el Portal doméstico; ese portal donde siempre amanece un sol, el de la amistad, que ilumina y fortalece, y alegra como el vino. Noche de Navidad, o noche de armonía entre el cielo y la tierra, pues hay ángeles que cantan y pastores que hacen ofrendas, y un niño que gorjea evangelio (amor y cruz) desde el instante mismo de su nacimiento; amor y cruz, Diario, y resurrección (19:09:57).

martes, 24 de diciembre de 2013


 
24 de diciembre de 2013. Martes.
CUMPLIDA, LA PROFECÍA
 
Si así os parece, desde Torre de la Horadada
 
-Acabada la espera, la larga vigilia, y la profecía de la historia que anunciaba al que había de venir, es llegado el tiempo en que Dios envía a su Hijo a la tierra; mientras que un salmo (el 24) clama: «Levantad, alzad la cabeza: se acerca vuestra redención». Es decir, con el Hijo, nos llega la redención o rescate, y es causa de todo gozo. Esta noche, pues, hay fiesta entre la familia de Dios y la familia humana: Dios, en su Hijo, desciende de categoría y se hace uno más (Emmanuel) con nosotros, ascendidos a la categoría de hijos, y familiares de Dios.
Por eso, esta noche es Nochebuena, y en un sencillo poema, se podría decir y celebrar así: 
EN LA NOCHE 
Caída la noche,
 
(Os invito a seguir leyendo arriba).
 
            Cancioncilla esta que un servidor concibió y escribió una madrugada (6:15 horas) del mes de febrero de 2010, y que sale a la luz ahora, con la intención de alumbrar quizá un poco el camino que lleva a Belén. Tomada de aquel Amor que prendió en la nieve y se hizo Sol, esta luz, pequeña, tan niña que da ternura, intenta  iluminarme a mí, y aun a ti, Diario, si a así te place, y a tantos amigos como nos siguen. ¡Feliz Navidad, pues, historia, mundo, universo, ser humano, tan pequeño, y tan mayor! (12:05:38).
 

lunes, 23 de diciembre de 2013


23 de diciembre de 2013. Lunes.

MALHAYA MI MALA PATA
 
Luz naciendo, en el jardín. F: FotVi
 
-Ayer domingo, día soleado y dominical, con misa. En este día litúrgico, ha habido dos colores predominantes, uno, casi radical en esta tierra, el azul, y el otro, ocasional, el morado; en la liturgia, último domingo de morados, o de signos para la austeridad y la expectación, signos en todo caso del cómo será. Acaba la vigilia, la espera, el adviento, el morado, y llega la realidad del Emmanuel; es decir, la alegría, el blanco, por el hallazgo del Dios con nosotros, el Dios que, para elevar a todo hombre desvalido, indefenso, escaso, a la realeza divina, se hace él parvedad, escasez, niño con llantos. Sin demagogias y sin hipocresías, decir que Dios, en Jesús, viene a lo más pobre, a lo más desvencijado del ser humano, a lo más oscuro, y se encarna en ello para que lo que era tan solo vulgaridad y escoria, error humano, pueda ser bienaventuranza, ruindad redimida y gloriosa, joya de Dios.
Día éste de luz y palabra de Dios, con el azul y el morado como colores vivos de una realidad, a la vez que física, espiritual. Luz y plegaria, pues, o isla de paz en un mundo en conflicto. San Blas, isla de paz, que, sin embargo, no olvida a ese otro mundo, donde cada día conviven la injusticia y el odio, la noche y el espanto, la vileza y la depravación, el pecado. Y porque no olvida, San Blas y sus habitantes (creyentes) rezan por ese mundo, y buscan, desde la humildad de lo pequeño (la oración), humanizar lo que parece selva, caso perdido, o simple resbalón de la conducta humana; resbalón capaz, no obstante, de ser corregido.
San Blas, isla de paz, que, en la belleza de un poema, envía este aviso de luz al arrepentido de haber sido oscuridad. Como el posadero aquel que no dio cobijo en su posada al Dios que iba en el seno de una mujer nazarena, y que llamó a su puerta. Carlos Murciano, en unos versos titulados Baladilla del posadero en Belén, se hace eco de ese pesar que causa, a veces, el haber podido hacer el bien e irse uno, sin embargo, erradamente, por el camino equivocado. Desde la sencillez más bella, dice así el poema: 

Tan cerca como le tuve,
y dejé que se me fuera.
Malhaya la posadera. 

Y eso que les vi la luz
nimbando sus sienes, pero…
Malhaya sea el posadero. 

Malhaya la posadera
que me dijera que no
abriera. Malhaya yo. 

Malhaya yo que les vi
la luz y no les retuve.
Tan cerca como le tuve. 

Y ahora tan lejos, temblando
sobre el heno y la retama.
Malhaya mi blanda cama.
 
Este es el poema, Diario, hermosamente terrible; haber podido y no haberlo hecho. Y eso que les vi la luz nimbando sus sienes…, digo yo, dices quizás tú. Suele ocurrir: tener a Dios cerca (casi siempre en lo sencillo y desvalido) y dejarlo ir: Malhaya mi mala pata… (18:42:06).

sábado, 21 de diciembre de 2013


21 de diciembre de 2013. Sábado.

COLA DEL OTOÑO
 
Roncesvalles, Navarra. F: J. Diges
 
-Unas gotas de lluvia con el gris como brochazo de fondo, hacen el nuevo día.  Es tan otoño ya, tan hecho está éste, tan acabado, que hemos entrado en el invierno. 21 de diciembre: solsticio de invierno, o cola del otoño, que se hace nueva estación. Las estaciones pasan como la vida; como un suspiro. Y es que no hay presente, sólo pasado y futuro. De instante a instante no cabe más que el pasado; escribo pasado y el presente de p ya es pasado de a y así hasta la d y la o. El pasado ha quedado atrás y el presente, también; pasado y presente se siguen como una cadena de presos. Todo es un Bing Bang cósmico que, como un tropel de tiempo, corre sin remedio hacia su fin.
 Y con el invierno, el frío; y con el frío, la tos. Por lo que viene a la mente un villancico, grácil y desahogado, un tanto cínico, de Federico Muelas, que habla de boticarios y pastillas de la tos. A la vez que sonrisa, provoca ternura, y un pequeño escalofrío al final. Su título es Villancico que llaman de los dos boticarios, y luce así: 

-Y tú, ¿qué le llevarás?
-Pastillitas de la tos.
-Poca cosa para un Dios. 

-Y jarabe de Tolú
dulce, dulce…
-Qué poco para Jesús. 

-Pues tú, ¿qué le llevarías?
-Sólo un pomillo de azahar
para el susto de María.
 
Éste, Diario, es el villancico, sencillo y sorpresivo, devoto e irreverente, y sobre todo humano, que toca hoy. Y tú, ¿qué le llevarás? ¿Tú, lector? (19:49:43).