12 de enero de 2014. Domingo.
BELÉN MAYOR
Bautismo de Jesús. Ares. (Galicia). F: L. García |
-Con el
bautismo de Jesús en el Jordán, se nos acaba el dulce e ingenuo belén de andar
por casa, o el otro belén municipal de andar por plaza pública (belenes agnósticos,
quizá), o el belén reclamo de andar por grandes almacenes para incitar al
consumo, y aderezado todo con villancicos que beben en el río y vuelven a
beber, y donde la Virgen lava pañales y los tiende en el romero, mientras
cantan los pajarillos por ver a Dios nacer. Ternura, desde luego; pero también
melifluidad, o melindre y afectación en estos belenes. Me gusta el belén, pero
el que se conforma en el interior de cada cual con actos de justicia y derecho,
y amor, que destilen paz. ¿Por qué en el belén de ahora no se expone la matanza
de Herodes en el niño al que no se permite nacer (la madre tiene derecho a ser o
no ser madre, dicen), o el que muere de hambre en África en plena naturaleza
exuberante, con moscas en los ojos, nublados de tristeza? Belenes dulces e
ingenuos los nuestros, pero deficitarios del sufrimiento y la injusticia, del
mal y los pecados del mundo.
Jesús, en el bautismo del Jordán, se hace belén mayor, y esa es la
razón por la que este acontecimiento también es epifanía, manifestación. Al
crecer, habla Isaías de sus modales suaves, pero firmes: no quebrará lo frágil,
dice, pero él tampoco se romperá en el cumplimiento de su misión. Y a este
Jesús que, bajando la cabeza para recibir el agua, se hace humildad, se le
pueden aplicar las palabras de la profecía: «Mirad a mi siervo, a quien
sostengo; mi elegido a quien prefiero». ¿Y por qué? Porque «sobre él he puesto
mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones». El Jesús que es bautizado
en el Jordán es belén mayor, belén en el que el niño ha crecido y se ha hecho
siervo, que, movido por el espíritu, implantará el derecho en la tierra. «En
aquellos días y en aquella hora –anunciaba el profeta - suscitaré a David un
vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra».
Justicia y derecho es lo que cada Navidad esperamos del niño y de
aquellos que besan o dan a besar al niño. Porque el niño viene como siervo; es
decir, el que se somete a Dios y actúa según los planes divinos, «lo mismo -dice
el teólogo Cabodevilla- cuando es bendición para convertir a los pecadores, que
cuando en su nombre se realizan curaciones y otros milagros». Derecho y
justicia, Diario, porque esa es la profecía, y, como las estaciones del año
(solsticios, equinoccios), las profecías siempre acaban por cumplirse; ésa es, con
la del profeta, mi esperanza (18:50:56).
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