5 de enero de 2014. Domingo.
CHARCO DE
DESGANA
Tristeza tratando de echar a volar, en el jardín. F: FotVi |
-Aunque ha
amanecido sin sol, el resfriado mejora; el ánimo, sin embargo, está a la altura
de las rodillas. y decayendo, todavía no ha llegado a los pies. Aunque es
probable que llegue a los pies y al charco de desgana en el que me muevo.
Moverse en desgana es como andar con calabazas de Halloween en los pies: no se
dan pasos fiables, en todo caso, atolondrados, de dudosa estabilidad. Aunque
haya dicho alguien (un tal Clifton Fadiman, chiflado) que aburrirse en el
momento adecuado, es signo de inteligencia. Yo, aburrido, no me siento
inteligente, sino simplemente aburrido, o turbio en el pensamiento y la
voluntad, y con cenizas en el alma, que dificultan el buen funcionamiento del
mecanismo de la caja de sorpresas que es cualquier ser activo, y activado.
Hoy, domingo, he celebrado misa en San Blas: es el momento en que me
entono, en que me empiezan a saltar aleluyas en los ojos y en la boca, y sobre
todo en las manos, que son con las que saludo y bendigo. Aleluyas en las manos,
y apretones de manos que echan chispas luego, una vez que las he librado de
todo pesimismo y tristeza.
Y esta noche a esperar a los Reyes, que
vienen; seguro que vienen. Mañana te contaré, Diario; seguro que vienen y me
traen regalos. ¿Qué regalos? Uno en especial, que mañana te digo (19:27:50).
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