viernes, 3 de enero de 2014


3 de enero de 2014. Viernes.

BASTÓN INQUISITORIO
 
Estrella de Belén, en el jardín. F: FotVi
 
-Ayer Candela se emocionó porque el rey Gaspar, en Las Palmas, al verla, le dijo: «¡Hola, Candela!, ¿has sido buena?» Ella miró al rey con asombro (¡sabía su nombre!), y, de soslayo, a su madre, y respondió: «Sí». Y, un tanto azorada, se fotografió con él: deducir que los reyes magos existen, no es, pues, ninguna audacia imaginativa infantil, sino la realidad más palpable, y es que, si están, es porque existen. (Razonamiento de Candela, y mío: si están es porque existen). Y si pregunto: ¿A que existen los reyes, Candela? Ella dirá que sí, como, sin dudar, ha dicho que es buena, porque es verdad. Intentar ser como niños. O sea: del hacerse niño (como el pájaro hace su nido, o un charco con luna, la belleza), al hecho de ser niño. Me gusta la Navidad porque de hombres como robles, y libres, suele hacer niños, niños grandes que creen en la verdad, en la sencillez, en utopías, como la paz y la justicia, y, que metidos como las aves migratorias en sueños, tratan de realizarlos, y lo logran volando.
           La Navidad, con el Papa Francisco, nos viene a decir cada año que «no se anuncie el evangelio con bastón inquisitorio», sino «con dulzura, con fraternidad, con amor». O lo que es lo mismo: siempre, Diario, con espíritu navideño, y, si es posible, con el clásico villancico, aunque sea desafinado (19:43:16).

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