16 de enero de 2014. Jueves.
A 56 AÑOS
VISTA
San Fulgencio, acuarela y foto de Zacarías Cerezo. |
-Ya es difícil
que de una familia nazca un santo, o un profeta, o alguien extraordinario en el
saber o en el obrar, como un Alejandro Magno o un Einstein, o un San Agustín, es
un decir; uno, todavía, pero cuatro a la vez, ya es un hermoso y celestial desmadre,
un desmoronarse el cielo sobre una familia en aluvión de gracia. Dios, en
Cartagena, y en el alfar de su gracia, haciendo santos, uno detrás de otro,
como cerezas enlazadas, sin pereza.
Hoy, tanto la iglesia católica como la ortodoxa, celebran la santidad de
Fulgencio, hijo de Severiano y Túrtura, y hermano, a su vez, de Isidoro,
Leandro y Florentina, asimismo santos como él; de Teodosia, la quinta hermana,
también fue santo su hijo Hermenegildo, y es que Dios, a veces, toma de su
santidad y la reparte a manos llenas; y allí donde la lluvia de su gracia es
fecunda y crece, se hace la justicia, que es virtud y presencia luminosa de Dios.
Pues eso, y no otra cosa, es la santidad: presencia excitante de Dios en la
vida del hombre. Yo, a 56 años vista de mi última celebración en el Seminario
de la fiesta de San Fulgencio, añoro aquellos días de paz y de fiesta, de
juventud audaz e idealista. Enero era un mes especial: llegados de las
vacaciones de navidad el día 7, el 13 y el 16 ya eran fiesta: el 13, el santo
del rector, Belisario, y el 16, san Fulgencio, patrono de la diócesis y del
seminario. Había misa en la Catedral, con Obispo e inciensos, y procesión claustral
(interior de la Catedral) con el cofre donde reposan restos del santo, sus reliquias;
cantaba la Schola Cantorum y, tras la liturgia eclesial, y en el patio del
Palacio Episcopal, la otra liturgia gastronómica del boniato y el sorbito de
mistela, que aún sigue. Un sorbito de mistela, sólo, que no había que pasarse. Hoy,
Diario, es un día de nostalgias entrañables y de tiempos idos, y añorados, los
tiempos del seminario (20:59:02).
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