10 de enero de 2014. Viernes.
LA MURALLA DE
LAS DUDAS
Pesadilla, en el jardín. F: FotVi |
-Siempre me
han dado miedo los que no tienen miedo a nada; son aguerridos, bravos, dados a
batallar, curtidos. De buena musculatura, aunque en ocasiones sólo se trate de
musculatura intelectual. (A no ser que hablen sólo de boquilla). El miedo
siempre es un freno, aunque pueda superarlo la necesidad o la heroicidad. Un
héroe es quien ha vencido los miedos, y se apresta a superar la muralla de las
dudas. Jesús, el más grande hombre (aunque Dios) de la historia, ante la cruz,
tuvo miedo. El cáliz era demasiado amargo para no temerlo: cáliz con muerte y
desprestigio, con humillación suprema. ¡Miedo! Todo acto de heroísmo supone una
lucha previa entre el miedo y la dignidad, hasta que vence la dignidad; se es
digno cuando se hace lo que se debe, aunque se haya de morir por ello. Decía alguien:
tengo tantos miedos que por eso rezo, y apenas creía. Ya advertía Alonso de
Ercilla que el miedo es una cualidad o rasgo de la prudencia: «El miedo -decía-
es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente». Valentía, o someter
el miedo.
Sin embargo, los hay que declaran no
tener miedo. No tienen miedo incluso a equivocarse. En muchos casos son ateos y no obstante tienen una
teología de la fe en su ideología, que pasma. Una fe materialista, pero fe, que
no nace de la razón sino del sentimiento. El papa Francisco, al parecer nada
dogmático, ha dicho: «La ideología marxista es errónea, pero no me ofende que me
acusen de ser marxista». Como a Jesús, al que el diablo le parecía ser el
maligno, y no le molestaba que dijeran que hacía signos, milagros, en nombre de
Belcebú.
Esta mañana, un
marxista, ha dicho en la radio que él defendía ciertas cosas –el derecho a
decidir de cualquier pueblo, como principio; el proceso de paz en el País Vasco,
sin tener en cuenta a las víctimas; el derecho de la mujer al aborto, nada ha
dicho del derecho a la vida…-, y las defendía, ha asegurado, porque no tenía miedo a la democracia. Y es
verdad; tanto es así que cuando a los marxistas les vienen los miedos por la
democracia, y pueden, la destruyen. (Cuba, Corea del Norte, China). Éstos, al
contario que Vasili Grossman, nunca serán conversos a la libertad, aunque en
sus pesadillas nocturnas quizá sientan alguna vez el miedo a equivocarse;
miedo, Diario, que sería un hermoso modo (soñar que uno se equivoca) de salir
de la estupidez y el particularismo, que diría Ortega, y entrar en razón (19:09:04).
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