11 de abril de 2014. Viernes.
CON BURLA Y
ÁNIMO DE MOLESTAR
Cristo, Catedral de Santa María, Tallín. Estonia. F: FotVi |
-Con la luna llena de primavera, llega la Semana Santa y toda la
liturgia religiosa y pagana de su celebración. En la liturgia religiosa, Cristo
es el centro, con símbolos y realidades, como la cruz, la luz, la resurrección;
en la pagana, es la vacación (que es lícita y aun saludable) y, en ocasiones,
la provocación iconoclasta, sectaria y visceral. Toda secta, en sí, es víscera,
agresividad, torpeza, y no razón. La secta es un círculo, más que cerrado,
vicioso. Es elegir, como único objeto de contemplación y arbitrio, el ombligo. El
ombligo, que, glosando a Umbral, es algo así como un callejón sin salida que no
lleva a ninguna parte. Perderse en el ombligo de uno mismo, es cercarse por el
vicio de la muralla sin horizontes, del yo soy yo sin mis circunstancias
(Ortega al revés), o del punto y final sin continuación posible. Con la secta o
el extremismo no hay posibilidad de narración seguida y dialogada de la
historia, sólo monólogo orwelliano del ordeno y mando, y, si no, tras la
persecución, la destrucción. Ahora, la secta progre, se dice, pretende
parodiar, con burla y ánimo de molestar; es decir, con el despecho de la
idiotez y la intolerancia, la celebración del Jueves Santo cristiano. Los habrá
que celebren la Semana Santa en la procesión o en el ejercicio de la liturgia,
donde los símbolos explican la fe y tratan de darle sentido; éstos, en la
procesión y en la liturgia, y sin ánimo de ofender a nadie, dirán su fe y la
alegría que da poseerla y festejarla. Los otros, con odio y animadversión (y
con la sola intención de agraviar), no harán celebración de nada, sino juguete
cómico sin gracia de algo en lo que dicen no creer y les molesta (como parte de
sus fobias y limitaciones: toda fobia lo es) que otros crean. Yo, Diario, creo;
es un don que agradezco, celebrándolo; haré fiesta por la cruz, por la resurrección,
por la esperanza que la fe me da. ¿Los otros? Allá ellos con sus tirrias y coces,
que son signo, por inmadurez y espíritu mórbido, de una grave enfermedad
espiritual y cívica (21:21:40).