10 de marzo de 2014. Lunes.
MEJOR,
TALLO
Melodía, en el jardín. F: FotVi |
-Dijo una vez un aspirante a sabio: «Celebraré a toda mujer que mire con
mirada de mujer». La mirada, donde el alma asoma, donde acaricia el corazón,
añadió. Este aspirante a sabio no hablaba de las manos, ni de la belleza del
rostro, ni del talle (mejor, tallo), ni de la sabiduría de la mujer. Todo esto,
y en más o menos grado, se le supone en el haber de la mujer. Contando con que
todo eso, y en perfecta consonancia con la fantasía de cada cual, puede ser
objeto de añadidos y composturas, de ajustes y remiendos. A más fantasía, seguía
diciendo, más tinglado y exuberancia para la representación y la farsa; bella
farsa, sin embargo. Aunque en ellas, decía, todo es bello, hasta el sacrificio
de los tacones altos en suelo resbaladizo. El aspirante a sabio sólo tenía ojos
para la mirada de la mujer; para él, en la mirada, estaba toda la mujer: su verdad
o su disfraz, su belleza, que dice ir más allá de líneas (digamos geometría) o aspavientos
físicos, su lírica o su prosa, su fortaleza o su debilidad, su ternura o sus
aversiones, su vida toda. Dios las hizo así, decía. ¿Y el hombre? Lo mismo,
Diario, pero sin tanta celebración y melodía; más prosaico todo, sin apenas lírica,
qué quieres, finalizaba (21:31:35).
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