23 de marzo de 2014. Domingo.
BODAS DE
ORO
De lo viejo, rompiendo en vida, en el jardín. F: FotVi |
-Es cura y, sin embargo, amigo (esta fórmula se suele decir y está
gastada, pero yo la digo, por aquello de la libertad), y sabe algún idioma tan
raro como el hebreo o el arameo, porque el griego y el latín, que también
domina, son otra cosa. Es escriturista, por lo que el Señor debe temerle; el
Señor teme mucho a escrituristas y teólogos. Se ha dicho de los escrituristas que
son el Anticristo (Ratzinger, con matizaciones, en Jesús de Nazaret). Pero un Anticristo que tal vez haga falta, para
desmontar el tinglado de la farsa de los que afirman que sólo la exégesis
estrictamente científica, «en la que Dios no dice nada ni tiene nada que decir»,
es la buena y la que «está a la altura de los tiempos». Es decir, lo progre en
la exégesis (interpretación, glosa o análisis) de lo que Dios haya dicho o haya
querido decir. Hay exégetas que si Dios no ha dicho una cosa, la suponen, y, si
la ha dicho, la tergiversan. O sea: Dios siempre dice lo que al exégeta progre le
parece que dijo o debió decir. Mi amigo no es así; él escribe sobre lo que Dios
ha dicho, sólo, y trata de entenderlo y hacérnoslo entender a los demás. Él ha
sido no sé cuántas cosas; pero, ante todo, ha sido cura, y lo ha celebrado con el
gozo del que ha sido elegido y ha cumplido con la elección. El cura no elige a
Dios, es Dios el que elige al cura. Pedro, el de Galilea, pescador, no eligió a
Jesús de Nazaret, fue Jesús el que se acercó al lago y le dijo: «Pedro, sígueme»,
y Pedro dejó todo y lo siguió. Y fue «pescador de hombres», como Jesús le había
prometido; pescó para la vida eterna a aquellos que oyeron su palabra (la de
Jesús) y la pusieron en práctica, desde la libertad. Mi amigo, el cura, se llama
Miguel Pérez Fernández, nació en San Pedro del Pinatar, y ha celebrado las
Bodas de Oro de su ordenación sacerdotal. 50 años de vida entregados al estudio
de la Escritura, a la enseñanza y a la vida pastoral; y todo, por el reino de
Dios, el que se nos prometió como reino de paz, de justicia, de vida, de
gracia, de amor. Es decir, el reino soñado por cualquiera que se estime y
estime a la humanidad, y en el que aún se trabaja. Su último libro se llama El beso de Dios. Midrás de la muerte de Moisés,
en el que se trata «de una manera muy humana no sólo a Moisés, sino también a
Dios, porque Dios -dice el autor- está lleno de humanidad». Como el autor, que,
al recordar a los suyos (sus padres, sus hermanos, ya fallecidos) lloró. Fue un
buen día de amistad y celebración; con Dios, Diario, de por medio, también
celebrativo él, y festivo (20:06:28).
No hay comentarios:
Publicar un comentario