16 de marzo de 2014. Domingo.
TIZNE
Blanco sin tizne, en el jardín. F: FotVi |
-Otra vez el sol, como un martillo de fragua, pero sin echar aún
chispas. Es invierno. Las chispas vendrán después, cuando te tiendas en la
arena y pongas tu espalda a ser acribillada por el sol. La espalda, donde
tamborilean los dedos del sol, y dejan sus huellas de tizne. Curioso: tiznarse
para lucir, esconder el blanco para hacerse negritud, desorientar, tan característico
de nuestro tiempo. Como aquella persona que era casi toda postiza: llevaba
dientes postizos, un ojo de cristal, un tacón más alto que el otro para igualar
el desnivel de las piernas, lentillas, peluca, y mucha sonrisa, que no era
suya, sino copiada del espejo, al que robaba las muecas que otros iban dejando.
Porque el espejo lo guarda todo; hasta los miedos de los largos corredores de
las grandes mansiones, donde los fantasmas y los murciélagos, y las telarañas. Negritud,
pues, en vez de blancor, sólo como ejercicio de vanidad veraniega, hasta que
haya que empolvarse (otro postizo) para disimular una peca, o las ojeras de una
noche de insomnio y pesadillas. Impostado
es una palabra que significa artificialidad, falta de naturalidad, fingimiento;
es decir, mentira. Se podría llamar, pues, a la insolación del verano, negritud
impostada. Hay mucha impostura (apariencia de verdad) en nuestra sociedad, y más
en las altas esferas, donde están el poder (con tristeza lo digo: también el eclesial,
a veces), la política, el periodismo (mullidor de opinión), las altas estancias
financieras, la justicia, el deporte… Es decir, tiznarse para lucir; o
impostura, Diario, de la negritud, aunque nos repela luego lo negro que nos viene de
la miseria y de la injusticia, y muera en las alambradas del mundo alegre y
confiado y, en tantos aspectos, culpable: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos…
(20:04:56).
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