lunes, 20 de abril de 2015


20 de abril de 2015. Lunes.
UTOPÍA Y TRAGEDIA
 
 
 
Utopía a punto de echar a volar, en el jardín. F: FotVi
 
-Abro el libro del día y leo: «Alegre la mañana», y me dispongo a obedecer al libro. Deseo alegrarme en la mañana, «que nos habla de ti». De Dios; la mañana, con sus idas y vueltas de las horas, y las hojas, hablando de Dios. Abro, pues, el Libro del Día, donde andan el sol iluminando y la tierra, dejándose iluminar. Dos volcanes, amándose. Es decir, todo coloreado, como en una verdad con colores de dibujo de niño. Pero tomo el periódico y me doy con la tragedia, me salta a los ojos, me los hiere, me los rompe estallándolos; pienso: una más, con tantas otras, pero ésta más pavorosa, cruda, de infierno; infierno más terrible este que todos los infiernos de Dante o Botticelli, porque este infierno es real y aquellos eran infiernos de fantasía y ternura. ¿Alegre la mañana? Porque, al final, en los infiernos de Dios, aunque sean trágicos, siempre está la ternura del mismo Dios. (¡Lo dicen tantas vidas!). Aun para el ateo. Si no hay Dios, confía el ateo (inspiración divina), no hay infierno, es la otra ternura de Dios para el que hace regates a la fe. Decía haberme dado con la tragedia: en el Mediterráneo. Casi mil almas. Eran de Libia y soñaron con una vida mejor: celeste, dulce, libre, con auroras y atardeceres teñidos de utopía. «La utopía está en el horizonte», escribió Eduardo Galeano; y ellos, fiados en mafias, se fueron hacia ese horizonte, hacia esa utopía, y el mar ahogó ese sueño. Sueño de adultos y de niños, y de mujeres, que, para mantenerse a flote del día a día, no saben nadar más que en la pobreza; pero nadar en la pobreza no es nadar en la aventura, que puede acabar en desventura, en revés. Mil muertos en el mar de Ulises, donde éste hubo de atarse para no ceder a sus cantos (o encantos) de sirena. Aunque a veces mate, la utopía atrae. Sin utopías a las que ir, a las que acudir para vivir, no se hacen caminos. Lo profetizó el poeta: sin el andar, no hay caminos, ni se hallan estelas en el mar, el otro movible e inseguro camino de la utopía. Yo, creyente, rezo; para seguir en la utopía y no caer, Diario, en el helor de la desesperanza (20:21:28).

sábado, 18 de abril de 2015


18 de abril de 2015. Sábado.
¡ESTOY CIEGO!
 
Luz, en la oscuridad. F: FotVi
 
-De pronto, la titulación de una noticia en un periódico que se dice global, puede convertirse en algo obsceno e injusto, por falso. Batalla o enfrentamiento de religiones en una patera, titula El País, que narra luego el hecho de que unos musulmanes arrojaran a doce cristianos al mar. Guerra, batalla, enfrentamiento; es decir, unos pudieron más que otros. No es que el odio de unos pudiera con la fe de otros; se trata de que «ellos eran siete y nosotros ocho, vaya una paliza que le dimos ellos a nosotros». (Canción de mi niñez). Guerrear, o sacar las armas (no las almas) y lanzarse a dar mandobles. Ese titular «batalla de religiones», está más acorde con lo que el progresismo agnóstico, líricamente ateo, a veces tiránico en lo intelectual, piensa sobre la religión y sobre el cristianismo en particular. Para El País (global) y sus arribistas y convictos siguen las guerras de religión, aún; y no la guerra de la barbarie contra todo lo que no admita que en el paraíso islámico hay huríes que te hacen la manicura y pagan favores al que muere matando. Matando infieles. O que el dios Eros, en el paraíso yihadista, calma deseos y pone gotas irresistibles de clamor emocional al goce erótico. Por lo visto, sólo hay muertes heroicas, y con enemigo que mata sin causa, o por delirio enfermizo, en dibujantes del Charly Hebdo y sus próximos. Sólo se detecta lo terrible y demoníaco en aquello que hiere la ideología, no la fe; siendo así que la fe busca lo que trasciende más allá de la ideología y es perceptible sólo en el otro mundo al otro lado de los sentidos, donde habita la vida interior, o la luz de la vida. Lo que alienta. Pero hay filosofías -el llamado escepticismo nihilista- para las que, lo que no revelan los sentidos, no existe. Y, cuando lo más sencillo sería comprobar si lo que falta es luz y decir «no hay luz, encenderé la lámpara», la vorágine del no veo nada, «¡estoy ciego!», se hace, sin embargo, epidémica en nuestro mundo. «¡No veo!», se grita, y se echa mano entonces de la «nada», para acabar de apagar toda esperanza. No hay guerra de religiones; sólo se trata, Diario, de odio. Fe de un lado y odio del otro, con la «nada» como horizonte pavoroso (20:51:12).

jueves, 16 de abril de 2015


16 de abril de 2015. Jueves.
400
 
Primavera inaugurada, en ABC. Dibujo de Izquierdo. Año 1970. F: FotVi
 
-Sol y pájaros: buen comienzo del día, con lírica de primavera. En esta mañana es audible la música de lo primaveral, tan de Vivaldi. Música en MI mayor, con un Allegro final (o Danza pastorale) que sublima el día. En esta mañana de gozos, yo rezo un aleluya y hay pájaros y cosas que me contestan con otro aleluya, o con un renacer de luz. Pablo Neruda, en unos versos descriptivos y blancos, apacibles, dijo: «El pájaro ha venido / a dar la luz: / de cada trino suyo / nace el agua. / Y entre agua y luz que el aire desarrollan / ya está la primavera inaugurada…». La primavera y el terror; el tiempo se amolda a la emigración desesperada. Sol y pájaros, y emigrantes con niños, además, que mueren en el mar. Diluyen sus esperanzas en el líquido que los ahoga. El buen tiempo les atrae: el sol, la luz, y, como el pájaro, cantan su himno de libertad y de ensoñación, imaginando que Europa es un paraíso, y se precipitan a lograrlo. El sol y la luz les hacen soñar paraísos, que luego resultan ser su tragedia. 400 desaparecidos en las costas italianas, con niños que tal vez no conocían el mar y les emocionó verlo por vez primera, hasta que, meciéndolos en su furia seca y terrible, los durmió en su regazo para siempre. Venían de una tragedia y caen en otra, definitiva. Europa, con llanto en los ojos (o sin él, quizá), mira hacia otro lado, y eso a pesar de que, salvo en el infierno de las mafias, Europa empieza a notar la falta de niños. Europa sin niños; es decir, sin mañana, vieja. Hoy, día mundial contra la esclavitud infantil, el lamento es doble; pero sin soluciones. No basta con llorar, Diario, hay que ponerle amor a las lágrimas, como voz al silencio del poema, para que suene y diga su bondad, su belleza (20:21:18).

miércoles, 15 de abril de 2015


15 de abril de 2015. Miércoles.
UN ALIVIO
 
Frágil Naturaleza, en el jardín. F: FotVi
 
-Tuve un amigo de apellido Valenzuela (Arturo), que militaba en la categoría de científico, pero con la humildad del que siempre está aprendiendo. Era profesor, con la sabiduría de serlo. Y, aun siendo profesor, no había perdido la lucidez del asombro; es decir, era un sabio con ojos de niño que cumplía el protocolo feliz de dejarse deslumbrar, cegar por lo bello. El científico es el que nunca deja de estar en situación de aprendizaje. Enseñaba Ciencias Naturales, pero, al tiempo y debido a la sorpresa que le causaba esta misma naturaleza, daba en ser alumno de sí mismo. Al enseñar, se gozaba aprendiendo: el bicho asustadizo, la fugaz florecilla silvestre, la piedra recóndita, el fósil envuelto en silencios de siglos, lo cautivaban como al niño la peonza. Jugaba a ser sabio con la peonza de la ciencia, y como tal juego de peonza, atractivo, dulce, no macizo, enseñaba. Ciencia metida, pues, en la cabeza de los alumnos (alumnas en este caso) a modo de danza de peonza, o de sabia diversión. Y como intérprete con él de todo ese mundo casi de fantasía científica, le acompañaba la ironía y el buen hacer del profesor Miguel Cáceres, su ayudante (o fiel confidente), que tocaba los fósiles como si fueran seda o luz de siglos, con la delicadeza del que puede romper un sueño. ¿Razón de este recuerdo, de este destello del pasado? Haber leído ayer el apellido Valenzuela y por una causa tan válida y bella como la que he evocado. La Hermana Valenzuela (Teresa), y en representación de las Adoratrices, recibía el Premio de Derechos Humanos Rey de España, por la labor de estas monjas en favor de las mujeres víctimas de cualquier tipo de explotación. Es un alivio. A veces, brillos de luciérnaga, pequeñas chispas de yesca, Diario, iluminan nuestra sociedad apagada, egoísta, trémula por tantos fríos de inviernos sin moral y sin sueños, sin sol al que agarrarse; sin brújula, digamos (19:47:13).

lunes, 13 de abril de 2015


13 de abril de 2015. Lunes.
METERSE EN LÍOS
 
Iglesia bizantina, en el Valle de Göreme. Capadocia. Turquía. F: FotVi
 
-Libre de escorpiones en el vientre, ya hoy me siento más liberado. De la noche de ayer a la de antes de ayer, va un mundo. Un mundo feliz, que diría Aldous Huxley. Ayer, atado al vientre, a sus enigmas gástricos, a sus intempestivos sobresaltos nocturnos; y hoy, libre, por fin. Cuando se sale de cualquier esclavitud, aunque sea biológica, la libertad es más conmovedora, más bella y expresiva, más aleteo de ave, sabe mejor. Opto, pues, por la libertad, mi libertad, toda libertad, la que nos damos unos a otros, y que a veces nos usurpamos. La libertad de los que hablan y dicen lo que sienten, sin filtros ni eufemismos que hagan parecer armonioso lo que es infame. Ejemplo: el papa Francisco denunciando el genocidio armenio en el siglo pasado. Un millón de muertos, y, tras un siglo, un silencio de tumba por respuesta. Hasta que, al cabo del tiempo y desde la libertad, se deja oír una voz que parece clamar en el desierto. Pero que, no obstante, clama y, como la del Bautista, quizá llegue a oírse, aunque le cueste la cabeza, en la casa del rey. En un diario, El Confidencial (que parece serio), se lee: «El Papa se mete en líos: un sermón sobre el genocidio armenio enfurece a Turquía». Este diario considera que decir o denunciar la verdad es «meterse en líos»; por lo que la conclusión salta a la vista: olvídese de la verdad, le puede hacer meterse en líos, mejor dejar que el fuego arrase el bosque. No importa que el «lío» signifique denunciar una injusticia, que perdura, impune, en el tiempo; no hay que meterse en líos. Y todo, porque los pequeños dioses del gran país que es Turquía, ante la denuncia, se han enfurecido. Ocurrió hace un siglo y se han enfurecido ahora, sin arrepentimiento en el intermedio. El Papa señaló, sin embargo, que «es necesario recordar. Es más, es un deber, pues donde la memoria no vive, el mal mantiene abierta siempre la herida». Y las heridas suelen cicatrizar con el recuerdo y el dulcísimo azúcar del perdón, que, disuelto en el café amargo (y hermoso) de la vida, Diario, hasta puede acabar por endulzarlo, quizá (21:05:27).

domingo, 12 de abril de 2015


12 de abril de 2015. Domingo.
PAVOR
 
Bella ancianidad (no obstante), en el jardín. F: FotVi
 
-Anoche, se me hizo cuesta arriba la noche. Un ir y venir, insensato y sombrío, de la cama al baño, y de éste, al espasmo y la punzada en la tripa. La tripa ardía y de vez en vez había que remediar su ardor, vaciándolo. La soledad, en estos casos, pesa; e incita al pavor. Eso, sí, cuando sucede esto (tener miedo), y glosando a Descartes, suelo decir: «Tengo miedo; luego existo». Eso digo, y me animo. Como puede verse, Diario, la filosofía no siempre es inútil (21:26:05).

sábado, 11 de abril de 2015


11 de abril de 2015. Sábado.
GRITO
 
Selva de ideas y palabras, en la biblioteca. F: FotVi
 
Oigo un grito y me despierto. Despavorido, miro a uno y otro lado. Nada. Al fin, descubro que el grito es mío: una pavorosa pesadilla: soñaba que me robaban las ideas y, con las ideas, las palabras; o la capacidad de poder decirlas. Grité, Diario, como si me arrancaran el corazón; es decir, la vida. ¡Sin ideas, sin palabras! Entonces mee dije: «así se entra en la muerte», y grité (21:13:13).

viernes, 10 de abril de 2015


10 de abril de 2015. Viernes.
CON LÁGRIMAS
 
Lirio vivo entre sombras, para Lauren Hill. En el jardín. F: FotVi
-Salgo. La luz ya es luz en las antenas y en los tejados; y en el olivo y el naranjo, en sus arribas, en las copas que cabecean un poco con un vientecillo suave, lento, que las mece. Un pájaro persigue a su canto que le precede; y tan rápido es su vuelo, que se deja atrás, sin embargo, el canto, para que lo oigamos su pareja yo, y el mundo todo, quizá. Y así mi oído, con el canto del pájaro, florece. «¡Vivir!», digo. Como un milagro. Vivir el cada instante. Y en el aleluya o salmodia del día a día. Leo que Lauren Hill, la adolescente (19 años) cuyo último deseo fue jugar al baloncesto con su equipo de la Universidad de Mount St. Joseph, fenece. Cáncer terminal. La garganta se me hace un nudo. Entretanto, Lauren Hill ha viajado con su familia por todo Estados Unidos, viviendo y haciendo valer lo que supone seguir en la lucha contra el cáncer. Luchar, pero viviendo, como el insecto o el cedro de mil años. Desarrollar toda la vida en el instante en que se está; toda la vida, en un instante, y volver a renacer luego de ese instante. Si hay vida, no hay sepulcro, interior. Al fin, Lauren Hill jugó unos minutos en su equipo; y: «Ha sido el mejor día de mi vida. Gracias», dijo; con lágrimas. Y siguió: «No os rindáis, os estaré vigilando. No sintáis lástima por mí». Estas palabras riman con fe. Contar esto y ver la luz, Diario, remedia un poco observar tantas cosas feas y tristes, y abominables, que nos aturden, a veces (21:37:42).

miércoles, 8 de abril de 2015


8 de abril de 2015. Miércoles.
MIRADA DE NIÑO
 
Dignidad de la pobreza, en Šibenik, la bella ciudad dálmata. Croacia. F: FotVi
 
-El dinero, al rico, lo hace rico, y al pobre, lo empobrece, aseguró el sabio. El rico, con su dinero, vive; el pobre, con el suyo, apenas sobrevive, o se muere, o, vestido de andrajo, limosnea. El andrajo es muy propio para vestir al pobre; en un pobre sin andrajo, no hay pobre, o no se dice bien la pobreza. «Una limosna», dice el pobre, y baja los ojos y pone la mano, y, con la mano, la humildad que tiembla, quizá, y hasta se traga el sonrojo. Los ricos se sonrojan mucho cuando comen en abundancia y sus eructos hacen gracia; «¡Ha eructado!», dicen, y le ríen la gracia, y, tras el agrio gaseado y echándose hacia atrás en sus asientos, libres de prejuicios, pavonean su sonrojo, y, con el eructo como música de fondo, lo exhiben. El pobre, por el contrario, en  la calle, disimula el sonrojo o bien tragándolo y disimulándolo así tras el hambre, o bien tocando un instrumento musical, igual da que se trate de acordeón o de trompeta, o de un pínfano o de una guitarra, o de una lágrima, o de las palabras consabidas (lo importante es sonar, decir «aquí estoy yo»), palabras como «¡una limosna!» (antes era «por amor de Dios»; ahora, no, por el agnosticismo circundante), y acompañadas, además, por un llorisqueo quizá ficticio, técnico, pero real sin embargo por el drama que describe, llorisqueo que humedezca y ablande las conciencias, y que propicie la limosna (o eso piensa el pobre, o eso pienso yo que piensa el pobre), y suene entonces el platillo (el platillo de la miseria): «Tic», y cinco céntimos, o dos, o un euro; o nada, y se hiela el sonido entonces. Lázaro recogía las migajas que caían de la mesa de Epulón. Esta Semana Santa (no sé el lugar), una foto. Y en ella, una estrecha calle abierta a una más ancha avenida; en la esquina de la angosta calle, un mendigo tendido en una manta, y ajeno a lo que ocurre a su alrededor, parece dormir. Frente a él, y portada a hombros, una Virgen Dolorosa. Hay bullicio, gente, tumulto casi. Todos miran a la Virgen, salvo un niño que mira al pobre. Quizá (con la de la Virgen) la única mirada del mundo y de la religiosidad popular a este pobre dormido en su pobreza; o postrado, Diario, en sus andrajos (12:38:48).

lunes, 6 de abril de 2015


6 de abril de 2015. Lunes.
CORAZÓN DE PIEDRA
 
Ascensión al Etna, en Sicilia. 1970. F: Manolo Cuadrado
 
-Un volcán es furia que escapa de la entraña de la tierra y se hace surtidor (grito) de fuego en el cielo. Yo he visto dos volcanes; uno, con sus cráteres ardientes (siempre arde, o ama), el Etna; el otro (solemne, pero apagado, o sólo dormido, también amante), el Teide. El Etna lo vi en mis años de juventud, con mis amigos los Cuadrado (1970), cuando me animaba el asombro de ver y hallar cosas, y ennudecer (o hacer «oh», sin más) ante lo nuevo. Aferrándome a la lava negra, gateando, conseguí alcanzar la cima, que, cada poco, respiraba golpes de locura, de terrible y hermosa locura, locura encendida, como un rezo. Se pavoneaba el Etna en el fuego, o echaba fuera su fulgor apasionado. Era, pensé, como una señal del amor de la Tierra por lo suyo, sus criaturas todas, desde el agua a las cenizas, desde la luz a la tiniebla. Luego con mi sobrino Israel, canario él, estuve, anduve, por las cimas del Teide. El Teide es un cono glorioso, con dedos de hasta 3.718 metros de altura tocando nubes y nieves, y sueños. Quizá allí arriba se hallen todos los sueños de los niños y los poetas, soñando, amaneciendo. O sin quizá. El Etna y el Teide son colosos, pero nobles. De tiempo en tiempo callan, hibernan, duermen su grandeza, para, de pronto, estallar en belleza y cólera, y poner notas de pavor en la gran sinfonía de la naturaleza. La naturaleza, tan bella, tan colérica a veces, tan amante siempre. Y, por no traicionarse nunca a sí misma, tan distinta del ser humano. Hago estas reflexiones a los pocos días de la masacre por yihadistas (una más) de 148 estudiantes cristianos en la universidad de Garissa, en Kenia, y el silencio posterior del mundo que se llama civilizado. El Etna y el Teide son colosos, fieros, pero nobles. No así el ser humano, que, como diría Ezequiel, el profeta, en demasiadas ocasiones torna su corazón de carne en corazón de piedra, y está visto, Diario, que, desde el laicismo más obseso y la banalidad desquiciada, no hay modo de hacer que vuelva a ser otra vez corazón de carne, de luces, de pan y melodías, amor (20:49:01).

sábado, 4 de abril de 2015

4 de abril de 2015. Viernes.
CRUZ

Cruz, en la iglesia de Santa Ana. Vilna. Lituania. F: FotVi

-Ya hemos llegado a abril, y es como acudir a un vaso y beber un trago de sed, o de agua con mezcla de arena del desierto, y con la mala entraña ya de la víbora del verano ardiendo. El arder de su mordedura. Ayer celebramos la muerte de Jesús de Nazaret; otra clase de sed, otra clase de mordedura. Le mordió la muerte. Jesús de Nazaret muere para desenmascarar y matar (desde dentro) a la muerte. Pues toda muerte, hasta la del espíritu, se mata con vida. La vida es el bálsamo dulce de toda muerte. Se mata a la muerte y sucede la vida. Es como volver a brotar desde el vientre de una madre, volver a nadar en nueva luz, en terrible y hermosa nueva luz de vida. Yo hace años puse letra (poema) a esta muerte de Jesús, que, sin embargo, aún sigue produciéndome el mismo pavor de siempre. Y eso, a pesar de ser la muerte, nos dice la fe, un vientre de tiniebla que nos devuelve a un novedoso modo de vivir. Jesús, para devolvernos a la vida, murió en la sordidez y furia de la cruz. Entonces -año 1998-, para consolarme en la fe, y con el título de Cruz, escribí esto que sigue:

Eres tú, Señor, el que puso
la espalda y le nació una cruz,
y clavos en las manos
para quedar cosido a ella,
y ser abrazo así
repitiéndose siempre,
amor que nunca huye,
que siempre queda.

Crucificado, tú, mi Dios,
en el que creo y amo,
en el que vivo liberado.

Esta noche, Diario, celebraré la Pascua, el gran destello, luego de la cruz, de la nueva vida; vida donde me sé reinventado, donde me hallo renacido (12:02:56).

miércoles, 1 de abril de 2015


1 de abril de 2015. Miércoles.
UN CURA «HIPSTER»
 
En La Voz, la voz del padre Damián. F: Mediaset
 
-Hoy he visto y oído a un cura «hipster» (inconformista: «¿De qué?», pregunto) cantar en el concurso La Voz 3 de Telecinco. Bella música revestida de furia y sangre por una bella voz de clérigo desenvuelto y joven; y misionero, por más señas; misionero, o clérigo portador casi insolente y desatado de buenas noticias, también en el canto. (Buena noticia o evangelio, o verdad; y verdad cantada, en esta ocasión). Aportar un «clergyman» a un escenario de la frivolidad es apostar por el éxito, dado que propicia el morbo de ver a un clérigo extraño que, por hacer cosas inusuales, fascina. Si debajo de un «clergyman» (sotana antes), hay un individuo misterioso, que canta, y ríe, además, con una risa clara de dentífrico angelical, y hace aspavientos de consumado vendedor de lo que no es salmo ni rezo, sino una canción pop, Angels, de Robbie Willians, y que dice algo así como «cuando el amor está muerto, / entonces amo a los ángeles», el éxito está asegurado. Su nombre es Damián (Padre Damián), y es misionero redentorista, y desde pequeño, confiesa, deseaba «cantar el amor universal». A mí, que un joven con «clergyman» y desde un púlpito de la frivolidad (tabla de salvación a veces para una vocación, quizá), haya triunfado cantando al amor, aunque sea el amor de Robbie Willians, me ha gustado. Y, más, en esta semana del Amor por excelencia. Es decir, en la semana de la cruz, o el signo de todo Amor. Porque, al final, Diario, todo amor, es el Amor (19:24:06).

lunes, 30 de marzo de 2015


30 de marzo de 2015. Lunes.
EL PERRO FLACO
 
Alpes franceses, desde el avión. F: FotVi
 
-Día de sol y palmas, y ramos de olivo, y todo al viento; ayer. Solemnidad, pues; pero, en los ojos de los niños, también ayer, fiesta y clamor de estupefacción. Los niños claman en los ojos, arden, y no nos detenemos en esa fuente de asombro, que es inspiración. Ayer, sol, palmas y ramos de olivo, con niños asombrados; hoy, sin solemnidad (o con la solemnidad de la sencillez) lavo y tiendo la ropa, y rezo un poco para enjoyar las palabras y no dejar que sólo digan ayes (de ¡ay!) o sandeces. Anoche, un poema, no me dejó pegar un ojo. Los poemas, que siempre andan detrás de los ojos, mordiendo el envés de las pupilas, si se adelantan al sueño en la noche y lo roban, ya no hay sueño, y puedes despedirte de él y pensar en cosas, como en un accidente de avión sucedido en los Alpes, lugar por el que yo también he pasado, y echando fotos (que ahora me estremecen) desde la ventanilla. Un paisaje nevado, abajo, y el poder de los motores y su vuelo estático, casi de alfombra mágica, arriba. Y ahora sé que tiemblo; con posterioridad de haber sucedido todo, tiemblo. El no dormir me inspira poemas. El no poder dormir me destapa el más allá o el detrás de los ojos y se pone a sugerirme latidos en la sien que luego sé que serán palabras en verso, o armazón de espiga (que eso es el verso) de belleza. Así da comienzo el poema que me desveló anoche: «A perro flaco, todo son palabras, / me he dicho», y sigue una coma, y, con el tiempo, seguirá -espero- todo un poema. Quería decir o hablar de las palabras que engañan o falsean en política, en religión, a veces, en ideología, siempre. «A perro flaco, todo son palabras». Lo verás, Diario, en las próximas elecciones: donde dar tu voto, dicen, y a pesar de ser voto de perro flaco, es hacer «democracia». Y «¡No!», dice el perro flaco (20:03:41).

sábado, 28 de marzo de 2015


28 de marzo de 2015. Sábado.
QUINIENTOS AÑOS Y UNOS VERSOS
 
5 siglos de enamoramiento, en Teresa de Jesús. F: FotVi
 
-¿Qué son quinientos años si quedan versos como éstos (imborrables), en la memoria del tiempo? «Ya toda me entregué y di / y de tal suerte he trocado, que mi Amado es para mí / y yo soy para mi amado.» O estos otros: «Véante mis ojos, / dulce Jesús bueno; / véante mis ojos, muérame yo luego». Ella escribió esto, y, de ella, otros escribieron esto otro; ejemplo, Lope (de Vega): A Santa Teresa de Jesús, herida por el Serafín con el dardo: «Herida vais del Serafín, Teresa, / corred al agua, cierva blanca y parda, / que la fuente de vida que os aguarda / también es fuego y de abrasar no cesa. // ¿Cómo subís por la montaña espesa / del rígido Carmelo tan gallarda, / que con descalzos pies no os acobarda / del alto fin la inaccesible empresa? // Serafín cazador el dardo os tira, / para que os deje estática la punta / y las palmas se os queden en el palma. // Con razón vuestra ciencia el mundo admira, / si el seráfico fuego a Dios os junta / y cuanto veis en Él traslada el alma.» Tomado de un librito que adquirí en Molina, en un quiosco de la Plaza Nueva, el 6-VIII-1955. Este es su título, tan simple: Teresa de Jesús. Sus mejores poesías. Editorial Brugera, S. A. Barcelona-Buenos Aires. Es una joya que guardo y que celebro de vez en cuando, leyéndola. Celebración, pues, de la lectura, como se celebran los misterios. Con solemnidad y reverencia. Pongo calma y dulzor en mis dedos y entonces abro el libro, y leo, y dejo que pase el tiempo, hasta que doy con el ser de lo que he leído. Teresa de Jesús nacía en Ávila de los Caballeros el 28 de marzo de 1515. Quinientos años, o un ayer de eternidad. Se muere, para quedar en las obras. Y Teresa quedó en sus obras: sus conventos, su poesía, su prosa. Y en su santidad, que es, en esencia, Diario, lo que celebramos. «Vuestra soy, para Vos nací, / ¿qué mandáis hacer de mí?»; o total disponibilidad, de enamoramiento (20:50:48).

viernes, 27 de marzo de 2015

27 de marzo de 2015. Viernes.
SILENCIOS

Mirando, en el jardín. F: FotVi 

-Esta mañana, al rezar, me he sentido pequeño animalillo al sol, como la hormiga o la imponente araña diminuta. Y, sin embargo, qué curioso: me ha parecido ser yo el centro clamoroso de todo; la araña, mirándome, el geranio, mirándome, la hormiga con sus cosas, sus asuntos de llenar la despensa, evitando mi pie, el melocotón salido de la flor, poniéndose ya a ser melocotón, como abultándose ante mis ojos, o el silencio, tan silencioso, a mi lado, invitándome al rezo, y yo rezando y distrayéndome con todo, también con el silencio. El silencio distrae mucho a veces. Sobre todo si a uno le da por querer oírlo y no oye más que su soledad. El silencio suele acariciar la soledad con mano de seda. Como se acaricia a un gato chico, sólo que la soledad no runrunea como el gato, y no se oye, y es sola, tan terriblemente sola, que hiela el alma, a veces, de silencio. (Helar el alma es hacerla cardo helado, allá donde todo es interior, nada de paisaje, cripta sólo). Aunque caer en la cuenta de la soledad, es percibir ya que algo te acompaña. Te acompaña el silencio de no ir acompañado, el silencio que, como respuesta a tus palabras, es más y más silencio siempre. El silencio de los muertos, suele decirse, y es claro: nadie ha puesto nunca palabras en la boca de la muerte: o porque no se le ha prestado atención a lo que dice; o porque una vez escuchado lo dicho por ella, no da tiempo a repetirlo, tan veloz es el tajo que te abate. Y tras rezar esta mañana, Diario, me he repetido con Unamuno: «Creo en Dios porque creo a Dios», y así, rotos mis silencios, he dado compañía a mi soledad (20:18:13)

jueves, 26 de marzo de 2015


26 de marzo de 2015. Jueves.
GRANDEZA
 
Humildad y poesía, en el jardín. F: FotVi
 
-Ahora se lee, no por el placer de leer, sino por el afán de avanzar, dijo el sabio. Es la razón por la que se agencian o compran tochos grandes, libros abundosos en hojas pero carentes de sabiduría, de delicia, quizá, de sobresalto literario. Pero es igual; si viajas con mil páginas de un libro (el tren, el avión, horas de viaje), y lo abres y, como diría Poniatowska, te «recargas» en el respaldo del asiento y te dispones a avanzar por las páginas llenas de palabras, con el sólo afán de avanzar, y avanzas sólo, sin más, entonces avanzas pero no lees. Sólo avanzas, sin encantarte en los gajos de la lectura, en su arboleda, en su manantial. Yo leo para leer, y no tanto para avanzar. Avanzo, pero leyendo; me intriga el final, y lo deseo, pero con la lentitud de la lectura recreada, regostada; es decir, salivando el placer de la lectura; suspirándolo a veces ante un hallazgo, como cuando se saliva una ensoñación bella. ¡Ay!, decimos, y seguimos salivando por la emoción de lo soñado. Sobre todas, me gusta leer la prosa que me hace pensar, la que me dice «Párate y piénsame», y, pensándola, me hace salir complacido, enamorado de lo que he leído. Algo tan sencillo, tan grande, como este poema que hoy he leído en Facebook (ese montón de vanidades) y que dice, decía, Diario: «Hay un lugar en ti que no te pertenece. / Puedes llamarlo Dios. / Tendrás a quien culpar de tu desdicha.» Título: Ejercicio dominical; autora, Katy Parra, o poeta y humildad; o humildad y poesía; es decir, grandeza (19:11:179.

martes, 24 de marzo de 2015


24 de marzo de 2015. Martes.
MARTES Y 24
 
Modesto homenaje, en el jardín. Víctimas accidente avión en Alpes franceses. F: Fotvi
 
-Hoy es martes y 24 (no 13) y la lluvia vuelve a amenazar, pero sin caer. Si fuera martes y trece, quién sabe los chuzos de punta que caerían. Pero casualidad que sólo es martes y veinticuatro, y me temo que sólo lloverá en la mente isobárica del meteorólogo de turno. Con todo, como Dios aquel día que se encontraba raro y pensó ir al teólogo -viñeteó Mingote -, aquí en el sureste, el tiempo debiera ir no al meteorólogo sino a la realidad, tan terca en no llorar sus lluvias ni siquiera haciendo añicos los anticiclones más severos, que las impiden. Y estaba escribiendo estas líneas de amor y odio de la lluvia con nuestra región, cuando leo que se ha producido otra tragedia, una más, la de cada día, que nos hace estar siempre alerta ante el dolor. Un avión se precipita en los Alpes en la Alta Provenza, en Francia. Ciento cincuenta muertos. (Entre tantas vidas cortadas, dos bebés y sus madres, y catorce jóvenes estudiantes). El dolor no reposa, no da tregua, es un animal que no cesa de intentar morder y lo logra, tantas veces. Nunca hay dicha total. La felicidad es sólo un fragmento terrible en nuestras vidas, que siempre cede el paso al sufrimiento. Fragmento, y terrible, porque no dura, y porque toda felicidad es un mal acostumbrarse, como un ir de copas, quizá, y caer luego en la hiel de la resaca. Gozas, ríes, y de inmediato se te aparece el diente encendido y execrable del dolor, que arde al morder. Pesar y oración, Diario, o una pequeña luz en la tiniebla de la desesperanza. «¿Cuándo se nos otorgará el privilegio de respirar aire fresco?», pedía Ana Frank en su Diario, antes de morir en Auschwitz (21:01:31).

lunes, 23 de marzo de 2015


23 de marzo de 2015. Lunes.
LIBROS
 
Sueños, en una parte de mi modesta Biblioteca. F: FotVi
 
-En casa no había más libro que el Devocionario Católico de madre: Santa Misa, oraciones, novenas, triduos y otras devociones. Fue el primer libro que abrí y al que, precavido, toqué sus hojas; madre lo abría, fijaba la vista en él y movía los labios. Yo lo abrí, pasé el dedo sobre las letras en hilera, y moví los labios. Me llamaron la atención aquellas cosas tan pequeñas (como bichos en fila) que, según madre, decían cosas. Manchas pequeñas (todas distintas) que decían cosas y hacían mover los labios a madre. Yo me quedaba absorto mirando a madre; ella miraba el libro y movía los labios. Yo entonces -cinco o seis años, o menos, quizá menos-, no sabía que a lo que madre hacía se le llamaba leer, por lo que yo abría el libro y, como ella, miraba y movía los labios, pero sin leer. Un día le dije: «¿Por qué mueves los labios cuando abres el libro?» «Muevo los labios -contestó-, porque leo», y no entendí. «¡Porque leo, leo!», repetía yo, y se me quedó bailando en los oídos aquella respuesta; mover los labios es leer y yo movía los labios y creía leer. Luego supe que leer era otra cosa. Me lo reveló una monja llamada Sor Matilde, en Molina; recuerdo: señalando con el dedo, me decía: «Esto es la a y esto la m», y así fui aprendiendo. Hasta que supe que la m con la a, hacía ma, y una ma con otra ma, hacían mamá. Y así, con este bagaje, fui a casa y dije: «¡Mamá, ya sé leer!». Y madre se alegró y se lo contó a la vecina, y madre y la vecina se alegraron, y hasta hoy, que, cuando leo, muevo los labios; y, aunque sé que es manía, es un modo de decirme a mí mismo que estoy leyendo. Hoy, Día Internacional del Libro -muerte, dicen, de Cervantes, Shakespeare, el Inca Garcilaso de la Vega, etc.-, he tenido a bien recordar el primer libro que yo tuve en mis manos -Devocionario Católico- y que fue la semilla de mi modesta biblioteca de ahora, por la que, como Borges por su Biblioteca de Babel, es como si yo, Diario, anduviera por infinitos sueños (20:35:37).

sábado, 21 de marzo de 2015


21 de marzo de 2015. Sábado.
¡AH!, BOSTEZÓ TODO
 
Los pájaros blancos del sol, en el Mar Menor. San Pedro del Pinatar. Murcia. F: FotVi
 
-Tierras del sureste. Entonces, el sol, después de varios días huidizo y terco en no aparecer, en esconderse, ha salido, galanteador, a ofrecer sus respetos a la primavera. (Decir que suena mejor primavera, que equinoccio; equinoccio suena a artilugio, a artefacto robótico, que, en un momento dado, puede descomponerse en tornillos y planchas de metal, en pura chatarra). Este año, la primavera se adelantó, dicen, y, con un pie en el día 20 (de marzo) aún, ya era primavera; no pudo esperar al día 21, que es fecha oficial de su alumbramiento, o de su arribo al bello despertar (¡Ah!, bostezó todo) de la flora y la fauna. Los meteorólogos daban para hoy truenos y rayos y ha salido el sol, animal silente, y ha llenado de pájaros blancos el paisaje. El sol, en estas tierras, suele ser descortés y burlón con los técnicos que quitan y dibujan nubes en el cielo; las lluvias, sobre todo, se ríen de sus oráculos y sus mapas de isobaras, tan lindos e incurvados, tan líricos, que invocan a la feminidad. Isobaras, pues, engañosas; más o menos, como promesa de político en campaña electoral o de escritor que afirme haber vendido diez millones de ejemplares de su última novela infumable; ensoñación esta ni siquiera creída por él. Hay veces que la isobara dice que te va a dar el oro y el moro de la lluvia, para quedar luego en un modesto pis, o chaparrón ridículo. Y, como casi cada día, esta vez en Yemen (antes de ayer, en Túnez), un clamor de matanzas (142 chiíes ejecutados en mezquitas -esta vez musulmanes como ellos) son el resultado de aquello que Occidente, como alivio a sus miedos, llamara «primavera árabe»; es decir, la primavera de la debilidad de nuestro mundo confiado. Yo, Diario, sin importarme su credo, también he rezado por ellos; desde la paz de un día soleado, he rezado por ellos (20:37:41).

viernes, 20 de marzo de 2015


20 de marzo de 2015. Viernes.
PALABRAS PARA DAR
 
San José con el Niño, de Salzillo, en Ricote. F: Googel
 
-Me conmueve José de Nazaret, santo y carpintero; santo y hacedor de mesas, sillas y alguna que otra puerta de sicómoro (sólo el lujo del rico usaba puertas de cedro en Galilea); artesano, pues, de sillas para sentarse a la mesa y de puertas para dejar entrar al amigo (¿Por qué no al enemigo?) y, entornándola, dar largas, luego, en conversación y amistad, pausando la salida. José fue reputado o tenido por padre de Jesús, el hijo de María, su esposa. Fue hombre que se fio de Dios (como Abraham) y Dios de él, e hizo posible, con María, el Misterio. El Misterio (o Misterio de misterios): Dios, que, por ser amor, se hizo Hombre, y amó; es decir, dio figura al amor, intentando salvar a lo humano (desde el amor) de las terribles y sombrías abominaciones del desamor de los humanos. José de Nazaret cuidó del Hombre (Dios) en su niñez: en su crónica de la niñez de Jesús, Lucas dice que Jesús «crecía en sabiduría, en estatura y en gracia». José, pues, enseñó a vivir a Jesús, a crecer, a ser hombre. Los primeros pasos, las primeras risas, las primeras palabras (¡estrenar palabras, qué luz!), las primeras preguntas y respuestas: «Padre, ¿por qué Dios?, ¿por qué el cumplimiento de la Ley?, ¿por qué la Pascua…?»; hasta que supo dar pasos propios y responderse incertidumbres a sí mismo. José lo llevó de la mano, y hasta lo perdió en el templo a los doce años. María y José lloraron esta pérdida; pero supieron (sin saber) que Jesús debía «estar en las cosas de su Padre». Jesús crecía, pues, en edad, en sabiduría humana (y divina), y en gracia. José ayudó a Jesús a crecer en edad y en el saber humano; pero la gracia es cosa de Dios. Me conmueve José de Nazaret, porque de sus silencios sacó palabras para dárselas a Jesús, del que llegaron a decir que tenía palabras de vida; y muchas de estas palabras, Diario, salieron, sin duda, de la boca de José (20:12:36).