15 de junio de 2020. Lunes.
VUELOS AL MÁS ALLÁ
Al más allá: pasar las nubes. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Duermo, despierto, rezo, y a escribir, he ahí el
programa de mi vejez resumido. Lo del desayunar y comer, se sobrentiende. Y lo
del leer. Si no lees, no recibes, y si no recibes, te haces sequía, y no das
cosecha. La lectura de lleva a querer volar, y, en aquello que escribes, vuelas.
Leyendo sales de ti y te metes en la carne de las palabras, en sus, a veces, laberínticas
y peligrosas estancias, en sus voces extrañas, y, cuando sales de ellas, sales liberado
y, como el vencejo, con deseos de volar más y mejor, echando vuelos hacia el
más allá. «He vencido al Minotauro» –te dices–. El hilo de Ariadna –la lectura
y la posterior reflexión, sus destellos–, te han salvado. Sin embargo, leo la
prensa, y es desbandada, confusión. Dan ganas de llorar, nada es seguro, todo
depende de la ideología, del color del cristal con que mira el periodista. ¿De
quién fiarse? «¿Quién camina por sendas de verdad?», se pregunta el Evangelio. ¿Pagados?
¿Iluminados? Solo me queda recordar a Albert Camus: «Un hombre sin ética, es
una bestia salvaje soltada en este mundo». La ética, según recuerda la
filosofía: es el «fundamento de todos los valores», y el principio de todo
buen gobierno, Diario, que se precie. Y de todo periodismo responsable, sin velamen de
barco pirata, a la vista (12:44:09)