domingo, 31 de mayo de 2020

31 de mayo de 2020. Domingo.
FIESTA DE LOS RESCATADOS

Iluminando el miedo, en Pentecostés. F. Googel

-«¡El mundo brilla de alegría!», exulta hoy –fiesta de Pentecostés –el himno de Laudes. ¿Y por qué?: «¡Se renueva la faz de la tierra!» Esta fuerza renovadora y brillante no es otra que la del Espíritu Santo. El que –como una llamarada de fuego– se posó en las cabezas de los apóstoles cuando estaban encerrados: «por miedo a los judíos». Miedo y encierro, razones de toda debilidad, de toda frustración. Pero llega el Espíritu Santo, don y fuerza, y saca a la calle a los apóstoles y les hace que hablen, y los que escuchan les entienden en cualquier lengua. Allí había gentes de todo el mundo conocido, y cada cual escuchaba y entendía lo que los discípulos –salidos del miedo, de la debilidad– decían. La confusión se convirtió en claridad, en abertura, en luz. Lo torcido se trasformó en tersura, los montes se abajaron y los abismos se alzaron: la palabra se puso a ras del entendimiento y de la lengua de cada cual. La confusión de Babel se transformó en plaza de Dios donde todos hablaban, y, al entenderse, reían, y, sin miedos, celebraban la amistad y la confianza, inventándose el abrazo y el dar la mano, y el beso de la paz. Pentecostés, Diario, es la fiesta de los liberados, de los salvados del oprobio, de los rescatados de cualquier esclavitud, también de la de los miedos (13:45:57).

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