4 de junio de 2020. Jueves.
¡HOLA, AMIGO!
En la sed, se agradece el agua. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-Dice un proverbio árabe: «Se podrá olvidar a una
amigo con quien reíste, pero nunca con el que lloraste». Reír es un sentimiento
que se expresa hacia afuera; ríes, y las manos, los ojos, ese espejo del alma que
es el rostro, todo salta como si hubieras dado una palmada y volaran las
palomas que hay en tu interior. Pero sucede que todo vuelo, antes o después,
pasa, se lo lleva el viento. Llorar es lo contrario: es dar la palmada fuera de
ti y que todo, como plomo, entre en tus adentros, y te hunda en la desolación,
en la tristeza. Entonces, desde dentro de ti, brota, convertido en lágrimas, el
llanto de la terrible soledad del que sufre. Es la razón por la que, si en ese
momento viene alguien y te pone la mano en el hombro y te dice: «¡Hola, amigo!»,
lo vives y recuerdas durante toda la vida, y lo haces para siempre celebración
de agradecimiento, como una devolución del trozo de corazón que te prestaron en
tiempos en el que el tuyo estaba roto. Estamos en tiempo de llantos, aunque en
algún momento se nos escape alguna sonrisa; o el célebre dicho: reír por no
llorar. Reír y llorar se hace entre amigos, pero el reír es más efímero que el
llanto; la risa pasa porque nace de un instante de felicidad, de un momento
lúdico, festivo; el llanto dura, porque surge de una herida, que tarda más en
cicatrizar, en cerrarse, y, una vez cerrada, permanece la señal, y, aunque quieras olvidarla, persiste. Un amigo que llora contigo, Diario, nunca se olvida (17:55:28).
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