27 de mayo de 2020. Miércoles.
Vigor en la ancianidad. Torre de la Horadada. F: FotVi |
-A menos ancianos, más ganancia en la caja de la
Seguridad Social. Saldo positivo. Es la triste noticia de estos días de
desgracia, de infamia. Se han ido sin ruido, sin una mirada familiar y amiga que
los consolara, sin el cariño de una lágrima entrañable. Han sido solo el número
esquelético y frío de una estadística. Cómo suda y centellea la estadística,
cómo ruge. Sin nombre, sin apellidos, sin reseñas de sus vidas, sólo un número,
como en los campos de exterminio. Un número tembloso y neutro, sin alma, sin
grito. O solo con el grito aullante de la soledad. Y el responso, la caricia
litúrgica de la oración final, la bendición de las gotas del agua del hisopo,
también en soledad; así se han ido nuestros ancianos, así se los ha tragado la
soledad, como el mar se traga a los ahogados. Ellos que tanto hicieron por nosotros
y por los números abundantes y gratificantes de la seguridad social. Ellos, los
ancianos, los que nos indicaron el camino de la vida, los que nos enseñaron lo
alegre y lo triste, lo valioso –el ahorro, la risa, el trabajo, la celebración,
el amor– y lo de tirar. Yo, Diario, quiero sacarlos de esa estadística fatal y
meterlos en el lugar del corazón donde más calienta, donde andan los recuerdos
y las despedidas, y los aplausos, por sus vidas, por la suerte de haberlos
tenido a nuestro lado, riendo, tal vez llorando o amando, pero siempre alentando
nuestros sueños (12:48:2).
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